Viernes negro


MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA


El pasado 3 de febrero debe quedar impreso en la mente de los ecuatorianos, como un auténtico viernes negro; las denuncias realizadas por Carlos Pareja Yanuzzelli, quien hasta hace poco se venía desempeñando como Gerente de Petroecuador y posteriormente como ministro de Hidrocarburos de este gobierno y por qué no decirlo hombre de confianza del presidente Correa, han mantenido en vilo a la población, pues, de golpe empiezan a salir a luz cómo la corrupción tocó las puertas de la estatal Petroecuador y cómo sus ramificaciones se extendieron. En sus denuncias, Yanuzzelli deja en evidencia las irregularidades cometidas, al tiempo que señala a los responsables.
Las motivaciones que llevaron a Pareja a realizar estas denuncias y acusaciones de corrupción, no pueden, ni deben calificarse de heroicas; él y todos los involucrados de este nuevo escándalo de corrupción, llámense fiscales, contralores o autoridades, están obligados a responder ante la ley.
A las claras hemos descubierto que nunca hubo ninguna mano limpia, se ensuciaron ni bien estuvieron al alcance del arca abierta; que los corazones ardieron de emoción al llegar el primer y luego el segundo, tercero y demás millones, y que, de pronto, las mentes se obnubilaron de tantas mentiras y patrañas. La revolución, es verdad cambió el estatus de pobreza de algunos ecuatorianos, pero solo de sus más fervientes seguidores y esbirros, y está claro que ellos defenderán hasta la muerte lo que han pasado a llamar “década ganada”. Qué mejor nombre para reconocer que en su vida imaginaron tener tanto, sin hacer nada.
En junio de 2016, al descubrirse los casos de corrupción ligados a Odebrecht, su principal Marcelo Odebrecht, mencionó que si empezase a hablar se tendrían que habilitar más celdas para presidentes sudamericanos. Verdad, o no, parece una predicción.


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