¿Con qué plata?

Alfonso Espín Mosquera

Hay tres ámbitos fundamentales que no admiten negociación alguna: la salud, la educación y la información; pero, quizá por tratarse de la vida humana, la atención a la salud es la máxima garantía de una sociedad armónica y estable.

Las noticias de prensa hablan de 64 nuevos medicamentos para el llamado cuadro nacional, cuya negociación tendrá un costo de 258 millones de dólares, cifra que según la ministra de Salud está financiada, porque saldrá del propio presupuesto de esa cartera de Estado.

Qué bueno que esto pase y ojalá se visibilice pronto en los centros de salud, donde los médicos han lidiado casi todas las dolencias con paracetamol, una cita médica y una intervención demoran meses, por más urgente que sean. La enfermedad y sus síntomas no se arreglan solo con diagnósticos, sino con fármacos necesarios por los cuales enfermos de toda índole han clamado al Gobierno, justamente en el país en donde la corrupción a campeado sin límite en la famosa “década ganada”.

Cuántos insumos, medicinas, sueldos a funcionarios de la salud se hubiesen logrado con el dinero festinado. Cuánto despilfarro y cómo se les llenaba la boca en las sabatinas, show montado como telón de los atracos y las fechorías del régimen.

Movieron todo tipo de publicidad y marketing para mostrarnos obras, amenazar a la prensa, irrumpir con insultos, discursos populistas que consolidaron una corruptela sin nombre que no se subsanará con la cárcel solamente, cuanto con la recuperación de los fondos que se llevaron.

Esperamos respuestas serias más allá del escándalo político que se diluye en el viento. El gobierno anuncia la compra de medicamentos, la apertura de créditos hipotecarios para dinamizar la economía y la población, y eso se hace con dinero.

La ciudadanía tiene muchas necesidades y los fondos robados bien pudieron emplearse en la consolidación de programas de vivienda, de emprendimiento, de educación, en el pago a jubilados, en la realización de obras; en fin, en tantas y provechosas necesidades del país, y no en el engorde de las cuentas de los vivarachos de esa mala dada “revolución ciudadana”.

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