Sin vida inteligente

Kléber Mantilla Cisneros

Perturbador que asambleístas y gobernantes tengan que mirar en redes el asesinato de Mariana Granja -una filántropa defensora de los niños con cáncer- y recurran con mayor frecuencia a la inexplicable respuesta por la ‘llegada de venezolanos’ y la defensa de Derechos Humanos del migrante sin pasado judicial para justificar nefastas políticas alertadas, en su momento, como es la ciudadanía universal que consta en el mamotreto de Montecristi. Además, esquivar una situación que explota aterradores índices de criminalidad y violencia.

Se repite, a plena luz del día, en la principal avenida de Quito, otro asesinato con un arma de fuego introducida por la mafia del tráfico internacional. La Policía constata el hecho, sin estadísticas, que se matan personas indefensas porque las leyes y la justicia liberan asesinos mientras protegen a extranjeros.
Dependiendo de la fuente, ‘los controles aumentan’, pero convivimos con más de un millón de foráneos de toda calaña. Sin libertad de portar armas y expuestos ante un Estado que no tiene cómo lidiar, ni inteligencia. Con mediocridad suficiente como acallar políticas de prevención ante la próxima llegada del coronavirus. No detectado aún pero con seguridad penetrado por algún puerto o aeropuerto.

Es un negacionismo vulgar desconocer la violencia por asaltos callejeros efecto de la pobreza y desempleo. Y, la falta de prevención ante una epidemia alertada por la OMS. Algunos se esfuerzan en presionar cambios en el Código Integral Penal por el desborde acumulado de delitos fragantes cometidos; y otros, en transparentar la crisis de la salud, por la red sistemática de corrupción enquistada durante 12 años.

Esos acuerdos para mantener a Diana Atamaint en las elecciones 2021 y la misma gente en juntas provinciales o parroquiales, escenifican la funesta realidad. La filtración de las pruebas Ser Bachiller, los concursos amarrados para ingresar a la Carrera Diplomática y el nulo ingreso a la docencia en las universidades públicas son ejemplos de una mediocridad excesiva. No hay vida inteligente en Carondelet ni en sus alrededores porque parece que se la robaron. Hasta ahí el saqueo.


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