Abrir puertas

Rosalía Arteaga Serrano

Una de las cosas que preocupa de los tiempos actuales es el ensimismamiento de muchos jóvenes, incluso niños, abstraídos en lo que encuentran en sus celulares u otros aparatos digitales. En teoría les comunican con el mundo exterior, el que tienen más allá de su núcleo familiar y escolar. Esa excesiva concentración, ese aislamiento del mundo inmediato causa una serie de desequilibrios que son muy peligrosos para una vida armónica, en comunidad y que traen ya trágicas consecuencias.

¿Prima más la comunidad virtual que la real? Sabemos cómo interactuar con esa especie de mundo etéreo en el que no adquirimos responsabilidades, en el que todo es permitido y hasta podemos destruir o cerrar la conexión sin importar el efecto que causa en los otros. Por ahí apuntan las interrogantes, las preguntas que debemos hacernos.

“Matar” a los enemigos en los juegos, para luego encontrarlos “resucitados” al día siguiente, hace que se pierda esa sensación de verdad, de realidad real, y que se piense que todo es una especie de juego en el que se aplican los dedos y se producen los efectos que no causan consecuencias.

Sería un abrir puertas hacia la maravilla del mundo de las relaciones, del conocimiento, de los saberes, se transforma en un sistema que aísla, que condiciona la vida a círculos más estrechos de los que no es posible escapar. Nos corresponde a los adultos, a los que hemos conocido otras realidades, y no estamos al toque de un “like”, el reencausar los vínculos que mantengan la humanidad y no nos dejen en ese limbo de las relaciones de los internautas.

Abrir puertas es lo que corresponde, al mundo de las relaciones humanas, del contacto personal sin la mediación de las máquinas, lo que dará espacio para que construyamos ese mundo más armónico, más humano.

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