El fabricante de esculturas

Proyecto. Así luce actualmente su auto. Dice que solo se quedará con la placa como único recuerdo.
Proyecto. Así luce actualmente su auto. Dice que solo se quedará con la placa como único recuerdo.

Luis Molina trabaja sus esculturas al aire libre, mientras desarma su auto y recoge piezas de todo el país.

Al caminar por la Av. Patria, poco antes de llegar a la 6 de Diciembre, llama la atención un hombre y un auto desmantelado en las instalaciones externas de la Casa de la Cultura (CCE). ¿Qué hace? La curiosidad obliga a averiguarlo.

Un asiento de auto, una banca tomate y una silla vieja pintada de negro sirven para recibir a las visitas. En esta improvisada área social, que está al aire libre, detrás de lo que va quedando del auto Dacia de 1994, es el sitio adecuado para que Luis Molina cuente lo que está haciendo.

Es que un día decidió utilizar su viejo auto, después de que se le fundiera el motor en una de sus tantas travesías a la montaña, y transformarlo en esculturas.

Su idea es usar hasta la última parte del vehículo, “hasta que desaparezca”, para dar rienda suelta a su imaginación y construir con sus manos y con ayuda de una soldadora (herencia de su padre), una amoladora y martillos, lo que se le vaya viniendo a la mente.

Vehículo. Improvisó este curioso auto, con el que pasea por la CCE.
Vehículo. Improvisó este curioso auto, con el que pasea por la CCE.

Trabajo sin planificación
Y así sucede día a día. De pronto un dragón grande, un barco, ciudades, máscaras, animales, músicos… van tomando forma con latas, tubos, alambres, elevadores de vidrios, mangueras, tuercas, pernos, limpia parabrisas… Las esculturas no están planificadas sino que van tomando forma dependiendo del material con el que cuente el día que comienza a trabajar.

Su primera escultura, según su propio relato, la construyó en 2001 y desde allí ha realizado muchas más que han sido expuestas en varios sitios y otras tantas colocadas en diversos puntos de Quito. Solo dice eso, sin detallar el sitio exacto, porque cree que no es importante, así como dice que tampoco es importante decir su edad, que lo único que debe interesar es el trabajo que hace y el deseo de compartir con todo quien esté dispuesto a visitarlo y disfrutar de lo que hace al aire libre e incluso sugerirle formas y figuras que puede crear.

Por eso es que al ingreso de su taller improvisado, una área cuadrada de aproximadamente 24 metros cuadrados, hay un letrero que dice “Luis Molina en vivo. Escultura Full Metal”. Es el lugar adecuado para trabajar, “me inspiro en el contorno”. Desde allí observa el caminar de las personas, el tráfico, quienes cruzan el parque El Ejido, la bulla y la cotidianidad de la ciudad.

Pero también recibe el respaldo de sus amigos artistas, que le brindan alimento, compañía y colaboración como Iván, un pintor, que transformó el capó del auto en un gran cuadro en el que se destaca Don Quijote de la Mancha en medio de una España antigua y molinos de viento.

Galería. Un pequeño espacio improvisado sirve para exponer las esculturas.
Galería. Un pequeño espacio improvisado sirve para exponer las esculturas.

Hogar temporal
Luis, prácticamente, se trasladó a vivir en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). Desde el 7 de agosto pasado, duerme en una pequeña carpa, levantada sobre el césped y trabaja al aire libre para que todo el que pase por su lado se deleite con lo que hace. Allí se quedará hasta “desaparecer su auto” y hasta que aparezcan más esculturas.

Mientras tanto se mantiene con lo que ha vendido y con las colaboraciones que le dejan quienes le visitan. También están los amigos que le llevan algo de comer o si no se prepara café o agua aromática en una tetera de loza vieja y un antiguo reverbero que los mantiene en la cajuela del auto que está desarmando.

Y aunque prefiere no planificar el futuro, porque “si me pongo a proyectarme pierdo tiempo”, dice, habla de comprarse otro auto y continuar con su vida gitana recorriendo los rincones de Ecuador, recogiendo lo que le sirva en el camino, levantando su taller donde le sea permitido y seguir trabajando en lo suyo: la escultura. (CM)

Herencia
Luis Molina no tiene una formación académica. Él aprendió el arte de su padre, un carpintero. Usó sus herramientas para construirse, cuando era niño, sus propios juguetes de madera.

Más tarde, su progenitor se compró una suelda y con esa herramienta fue adquiriendo más gusto por la escultura.