Vendavales de desestabilización

Salvatore Foti

Tal vez muchos crean un despropósito hablar de desestabilización; sin embargo, hay más de un indicio que debería preocupar al Ejecutivo y al país. Sería conveniente mantener un alto grado de alerta en este sentido y planificar, sin improvisar, medidas que puedan permitirle al mandatario llevar a cabo su periodo. Tan grave me parece la situación.

Lo primero que me lleva a aseveraciones tan contundentes es el nivel de agresividad en las redes sociales en contra de Moreno y quienes lo apoyan. Esta agresividad no es gratuita y tiene objetivos de amedrentamiento. Debería aclarecerse de dónde viene y por qué.

Hay una lúcida voluntad de advertir a varios protagonistas políticos de que van a haber consecuencias muy pronto, por las decisiones “ilegales”, según ellos, que se están tomando. Hay otros indicios menos escandalosos que el anterior, pero no menos peligrosos.

Me refiero a la inevitable fragmentación de la cual el Ejecutivo sigue siendo causante y víctima. Lo que queda de la seudoizquierda en Ecuador no logra tener la misma contundencia de la cual gozaba hace poco. La última salida de Barrera solo ratifica esa percepción. Esto, traducido en votos en la Asamblea Nacional, significa que Moreno cuenta con menos apoyo y depende más de los que hoy representan la derecha quienes, por cierto, podrían abandonarlo en cuanto lo crean más oportuno.

Esto podría significar un parlamento incapaz de legislar por falta de mayoría. Si a esto añadimos las serias dificultades económicas y la debilidad crónica que sufre el Gobierno, más temprano que tarde deberíamos recurrir a recetas muy drásticas y previstas por la actual constitución. La muerte cruzada es una de ellas.

Puede que haya escenarios más favorables, pero por ahora no se los puede analizar. Falta fuerza en el Ejecutivo, pues hasta la fecha no logra ni siquiera anunciar las medidas económicas que se pretenden adoptar. Hay algunas que, de ser adoptadas sin haber tomado las debidas precauciones, solo terminarán avivando los vendavales de la desestabilización.

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