La única respuesta correcta de la educación

RICARDO VIERA NAVARRETE

Párese recto, ingrese en orden, siéntese en fila, mire al frente, en silencio y copie. Frases u órdenes muy comunes en el sistema educativo. ¿Quién no las recuerda? o actualmente, no las vive. Todas/os vestidos de la misma manera, sentados en las mismas sillas, viendo a un mismo lugar, escuchando una sola voz, educados para ser obedientes, formados para ser homogéneos.

Las preguntas más legítimas, son aquellas que implican repetir lo que no se alcanzó a copiar anteriormente. Opinar lo mismo, pero con otro razonamiento es rechazado, opinar distinto es descalificado, ridiculizado y erradicado. El o la profesora siempre tienen la razón, ganaron un concurso para tenerla. El o la estudiante, siempre deben callar, escuchar, copiar en clase y repetir muchas veces en la casa; la memoria sin cuestionamiento es el mérito más apreciado.
Más el sistema educativo solo reproduce el sistema familiar, en el que los mayores saben, opinan y ordenan y, las niñas, niños y adolescentes escuchan, obedecen y hacen.

Son sistemas de la única respuesta correcta, de la única persona dotada de razón. Es por esto, que son tan valiosas todas aquellas personas que más que profesores/as se entienden como facilitadores/as de contextos que estimulan la participación, donde la opinión y el disentimiento son requisitos del aprendizaje y, más aún, aquellas que comprenden que la maternidad y paternidad no implican poder de mando, sino guía y acompañamiento, un caminar conjunto en el aprendizaje de la vida. Solo veámoslo desde otra perspectiva, los padres se forman con los/as hijos/as, y los/as maestros/as con sus estudiantes, si no existieran los segundos, no existirían los primeros. No existe una única respuesta correcta, sino muchas que se conjugan para hacer una más fuerte.