Soberbios

Víctor Cabezas

La imagen que los políticos dan a los ciudadanos es fundamental. No es que los debamos tener como figuras a seguir (¡sálvenos Dios!), pero al menos en las formas los políticos deberían demostrarnos que están sintonizados con aquella vieja y maltratada costumbre de someterse a la Ley.

En días anteriores, Ecuador vivió momentos críticos: Un Gobierno, como siempre, desubicado, unos delincuentes haciendo su parte, muchos ciudadanos protestando legítimamente y, ciertamente, unos intereses oscuros tratando de mover las fichas adecuadas para que el caos sea el caldo de cultivo del desastre institucional de nuestro país.

Y en medio de este escenario ya agreste, algunos asambleístas de la bancada de la revolución ciudadana han solicitado protección al Estado mexicano y hoy están recluidos en la embajada de ese país. Esa imagen de los políticos huyendo de la Ley me parece catastrófica, pues implica que cuando los asambleístas sospechan que deben someterse a la justicia, se escapan por la venta y buscan recaudo en espacios infranqueables para la Ley ecuatoriana.

Quienes, por excelencia, deberían estar a las órdenes de los jueces y los fiscales, se esconden.

Ellos dicen que lo hacen porque esta justicia está politizada. ¡Qué conveniente! ¡Qué privilegiados son al poder evadirla con ese argumento! Si cualquiera podría tachar al sistema judicial como parcializado o dependiente y con ello evitar someterse, pues ningún delincuente iría ante los tribunales, la persecución sería la excusa perfecta.

Esa soberbia de pensar que el político puede escapar de la justicia a partir de la retórica de la persecución es nefasta para la sociedad, pues en esencia implica que el poderoso puede decidir cuándo el sistema judicial es digno de perseguirlo y cuando no.

[email protected]

Víctor Cabezas

La imagen que los políticos dan a los ciudadanos es fundamental. No es que los debamos tener como figuras a seguir (¡sálvenos Dios!), pero al menos en las formas los políticos deberían demostrarnos que están sintonizados con aquella vieja y maltratada costumbre de someterse a la Ley.

En días anteriores, Ecuador vivió momentos críticos: Un Gobierno, como siempre, desubicado, unos delincuentes haciendo su parte, muchos ciudadanos protestando legítimamente y, ciertamente, unos intereses oscuros tratando de mover las fichas adecuadas para que el caos sea el caldo de cultivo del desastre institucional de nuestro país.

Y en medio de este escenario ya agreste, algunos asambleístas de la bancada de la revolución ciudadana han solicitado protección al Estado mexicano y hoy están recluidos en la embajada de ese país. Esa imagen de los políticos huyendo de la Ley me parece catastrófica, pues implica que cuando los asambleístas sospechan que deben someterse a la justicia, se escapan por la venta y buscan recaudo en espacios infranqueables para la Ley ecuatoriana.

Quienes, por excelencia, deberían estar a las órdenes de los jueces y los fiscales, se esconden.

Ellos dicen que lo hacen porque esta justicia está politizada. ¡Qué conveniente! ¡Qué privilegiados son al poder evadirla con ese argumento! Si cualquiera podría tachar al sistema judicial como parcializado o dependiente y con ello evitar someterse, pues ningún delincuente iría ante los tribunales, la persecución sería la excusa perfecta.

Esa soberbia de pensar que el político puede escapar de la justicia a partir de la retórica de la persecución es nefasta para la sociedad, pues en esencia implica que el poderoso puede decidir cuándo el sistema judicial es digno de perseguirlo y cuando no.

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La imagen que los políticos dan a los ciudadanos es fundamental. No es que los debamos tener como figuras a seguir (¡sálvenos Dios!), pero al menos en las formas los políticos deberían demostrarnos que están sintonizados con aquella vieja y maltratada costumbre de someterse a la Ley.

En días anteriores, Ecuador vivió momentos críticos: Un Gobierno, como siempre, desubicado, unos delincuentes haciendo su parte, muchos ciudadanos protestando legítimamente y, ciertamente, unos intereses oscuros tratando de mover las fichas adecuadas para que el caos sea el caldo de cultivo del desastre institucional de nuestro país.

Y en medio de este escenario ya agreste, algunos asambleístas de la bancada de la revolución ciudadana han solicitado protección al Estado mexicano y hoy están recluidos en la embajada de ese país. Esa imagen de los políticos huyendo de la Ley me parece catastrófica, pues implica que cuando los asambleístas sospechan que deben someterse a la justicia, se escapan por la venta y buscan recaudo en espacios infranqueables para la Ley ecuatoriana.

Quienes, por excelencia, deberían estar a las órdenes de los jueces y los fiscales, se esconden.

Ellos dicen que lo hacen porque esta justicia está politizada. ¡Qué conveniente! ¡Qué privilegiados son al poder evadirla con ese argumento! Si cualquiera podría tachar al sistema judicial como parcializado o dependiente y con ello evitar someterse, pues ningún delincuente iría ante los tribunales, la persecución sería la excusa perfecta.

Esa soberbia de pensar que el político puede escapar de la justicia a partir de la retórica de la persecución es nefasta para la sociedad, pues en esencia implica que el poderoso puede decidir cuándo el sistema judicial es digno de perseguirlo y cuando no.

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Víctor Cabezas

La imagen que los políticos dan a los ciudadanos es fundamental. No es que los debamos tener como figuras a seguir (¡sálvenos Dios!), pero al menos en las formas los políticos deberían demostrarnos que están sintonizados con aquella vieja y maltratada costumbre de someterse a la Ley.

En días anteriores, Ecuador vivió momentos críticos: Un Gobierno, como siempre, desubicado, unos delincuentes haciendo su parte, muchos ciudadanos protestando legítimamente y, ciertamente, unos intereses oscuros tratando de mover las fichas adecuadas para que el caos sea el caldo de cultivo del desastre institucional de nuestro país.

Y en medio de este escenario ya agreste, algunos asambleístas de la bancada de la revolución ciudadana han solicitado protección al Estado mexicano y hoy están recluidos en la embajada de ese país. Esa imagen de los políticos huyendo de la Ley me parece catastrófica, pues implica que cuando los asambleístas sospechan que deben someterse a la justicia, se escapan por la venta y buscan recaudo en espacios infranqueables para la Ley ecuatoriana.

Quienes, por excelencia, deberían estar a las órdenes de los jueces y los fiscales, se esconden.

Ellos dicen que lo hacen porque esta justicia está politizada. ¡Qué conveniente! ¡Qué privilegiados son al poder evadirla con ese argumento! Si cualquiera podría tachar al sistema judicial como parcializado o dependiente y con ello evitar someterse, pues ningún delincuente iría ante los tribunales, la persecución sería la excusa perfecta.

Esa soberbia de pensar que el político puede escapar de la justicia a partir de la retórica de la persecución es nefasta para la sociedad, pues en esencia implica que el poderoso puede decidir cuándo el sistema judicial es digno de perseguirlo y cuando no.

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