La amistad

POR: Ruby Estévez

Es común observar como la “amistad” se mide, se calcula y condiciona a un beneficio que se espera obtener o se limita a una conveniencia. La verdadera amistad es la que lleva a alguien a poner su vida por otra porque comprende el verdadero significado del amor, respeto y lealtad.

Hacer un amigo es una gracia, tener un amigo es un don, conservar un amigo es una virtud, un buen amigo es un honor. Es tanta la consideración y el cariño para ese amigo que muchas veces no hace falta ni verle, ni tenerle cerca, solo basta cerrar nuestros ojos para saber que existe. En la vida siempre hay un momento para dar gracias al Creador por poner en nuestro camino a personas especiales que tienen ganado un espacio en nuestro corazón; siempre hay tiempo para orar y bendecir a los amigos que valoramos y queremos porque son ángeles que nos levantan cuando las alas se han olvidado de volar.

Sabias palabras: “Una buena fuente se conoce en la sequía, un buen amigo en la adversidad”; ellos llevan siempre una sonrisa donde hay una lágrima, duplican las alegrías, dividen las tristezas, difícilmente se enfadan, son alivio y consuelo en medio de una tormenta. El destino nos pone muchas personas en la vida, pero solo los mejores roban el corazón y permanecen para siempre. Nunca debemos buscar amigos perfectos sino verdaderos, nunca dejar crecer la hierba en el camino de la amistad; junto a ellos plantar árboles que crean raíces porque quienes conquistan buenos amigos son como las plantas que adornan la naturaleza, producen la belleza para los ojos, crean un movimiento delicado para los oídos y son la sombra perfecta donde puede descansar nuestra alma. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

La amistad, semeja a los altares antiguos donde los desdichados y también los culpables encuentran un seguro refugio. Ella es considerada en su propio significado lo más santo y sagrado; es el estable consuelo del hombre en este valle de lágrimas, es consideración, apoyo mutuo, buscarse los unos a los otros, participarse pesares y alegrías. Pero hay de aquella “amistad” que esta llena de falso egoísmo, que tienen doble visión, son delatores de tempestades, manifiestan todo un infierno de maldades y bajezas. Cuantas veces confiamos ciegamente en una “amistad”, poco tiempo después le sepultamos en el frío mármol del desengaño porque nos pagaron con deslealtad, perfidia y felonía.

Nunca debemos olvidar que la amistad debe ser limpia, transparente, es llamada a ser eterna, grande hasta el sacrificio, sublime hasta lo ideal sin que los reveses del mal proceder la empañen, ni ningún aliento traidor lo enfríe mortalmente.

Respetemos al amigo, cuidemos esa flor que siempre fresca perfuma y embellece nuestra existencia, debemos estimar al amigo; rico o pobre en igual grado con manifestaciones sinceras de cariño; pero si estamos junto a un mal amigo preferible ser huérfano en esta vida.