No aprenden

La evolución de los precios del barril de petróleo tiene un ciclo definido, con valores altos y caídas que empiezan en 1972, cuando un incremento sustancial por ingresos petroleros fue “aprovechado” por el Gobierno Nacionalista Revolucionario.

Esta bonanza prosiguió hasta 1985, hasta que un lapso irregular hizo que el crudo ecuatoriano se venda a cuatro dólares, seguido de caídas y alzas hasta fin de siglo.

En la nueva centuria los ingresos se incrementaron como consecuencia de los mejores precios del “commodity”, y paralelamente se instauró el despilfarro como una política fiscal por parte de los gobiernos de turno.

Esta situación generó una iniciativa para aprovechar el auge petrolero, la creación cuatro fondos: el Fondo de Estabilización Petrolero (FEP), cuyo objetivo era mantener una reserva que permita enfrentar cualquier eventualidad, la Cuenta de Reactivación Productiva y Social (CEREPS), el Fondo Ecuatoriano de Inversión en los Sectores Energético e Hidrocarburífero (FEISEH) y el Fondo de Ahorro y Contingencia (FAC) que, como estaba concebido, permitía al gobierno utilizar una parte en atención de emergencias y desastres, en condiciones especiales como la declaratoria de emergencia.

Estos “ahorritos”, cubrirían el presupuesto del Estado de las reducciones del precio internacional del petróleo y financiarían obras emergentes necesarias cuando ocurran desastres.

Hasta que llegó el economista “no ortodoxo”, quien dispuso a su Asamblea, la desaparición de los cuatro fondos y la incorporación de sus valores al presupuesto del Estado, para dizque gastarlos en inversión, pero dejando la puerta abierta para que sus pupilos actúen utilizándolos a gusto del gobierno.

Las consecuencias están a la vista, y todavía hay ecuatorianos que apoyan la gestión y el retorno de la peste.