La salud en terapia intensiva

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Las autoridades esmeraldeñas deberían sonrojarse al leer la cifra de las personas que serán atendidas por los médicos del buque hospital USNS Comfort, de la Armada de Estados Unidos, quienes brindarán atención médica gratuita en nuestra ciudad la próxima semana. Quizá, hasta aparezca algunas de ellas queriéndose fotografiar con los galenos o llevando a algún familiar a ser atendido gratuitamente.

Sólo con la cantidad de personas que se espera sean atendidas, queda en evidencia el grado de desatención y abandono que tiene nuestra población y denota la importancia de rehabilitar el Hospital Delfina Torres, cerrado de forma inusitada hace un tiempo luego de haber estado en un proceso de reconstrucción, ampliación y equipamiento. Su cierre conllevó a la pérdida de millones de dólares de inversión.

Quién puede entender que nuestras autoridades hayan permitido este cierre, cuando conocen lo necesario que era el servicio que prestaba. Al parecer a algunos les pareció irrisorio no solo el monto invertido sino también lo absurdo de dejar desatendida a la población que se ubica al centro norte de la ciudad.

Hace poco más de un mes, pudimos observar a un minúsculo grupo de ciudadanos reclamando por la reapertura de este hospital, queja que no tuvo acogida. Donde estaban entonces aquellas personas que están en la lista de espera para ser operadas en este buque y los otros tantos que ya se preparan para ser atendidas por los cientos de especialistas que vienen a prestar su contingente.

Padecemos del peor de los tormentos: el olvido y abandono de la autoridad y el quemeimportismo de nuestra misma gente; pues preferimos recibir migajas, antes de luchar por nuestros derechos. Es cierto que debemos agradecer la llegada de la ayuda norteamericana, pero si no abrimos los ojos y no reclamamos por la atención a la salud, no nos quedará otra cosa que hacer que mirar eternamente al horizonte esperanzados por la ayuda extranjera.

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