Yuri Colorado, sinónimo de lucha y de superación

“Hay que sembrar huellas”, es el sello de Yuri Colorado cuando de servir a los demás; sin demagogias, sin mentiras, pero con esa voluntad inquebrantable de cambiar la realidad de los pueblos.

“Lo hago y lo seguiré haciendo con todo corazón y fuerzas como cuando quería aprender a bailar marimba y en el grupo que ensayaba no me querían enseñar porque era de tez blanca y cabello lacio”, comenta Colorado.

Fue ahí que su perseverancia e insistencia la llevó a practicar dos horas más de las que le correspondían, por demostrarle al director del grupo y a sus compañeros que ella sí podía y así logró ser la primera bailarina de la agrupación ancestral, en la época colegial en su natal Muisne.

Quiso ser monja

Ya al culminar el colegio en la Unidad Educativa Fiscomisional San Luis Gonzaga, donde también hizo sus seis años de escuela, el sueño de toda adolescente de continuar sus estudios superiores la llevaron a soñar en alto y creer poder cursar una carrera en la universidad.

Pero ese sueño por un año se truncó, por los recursos económicos que se requerían y que se tornó muy difícil de conseguir para sus progenitores. Fue entonces que su papá, Pedro Colorado, le pidió que se esperara un año para poder recaudar lo necesario y que continuara sus estudios superiores.

Mas, esa determinación que le pegó duro, hasta el punto de querer convertirse en monja, a lo que una de las madres de la comunidad le explicó que tomara las cosas con calma, porque no era el mejor momento para decidir algo así.

Pero la vida le tenía preparada situaciones más fuertes, que solo la llevaron a creer en ella como mujer, como ser humano y demostrarle a los demás que con ganas sí se puede lograr lo que se quiere.

Vida de retos

Recuerda con mucho agradecimiento que la fundación Fundecol que realizabas trabajos para la comunidad en la zona, le apoyó con la mitad de la beca para poder ingresar a la Universidad Católica y fue así como cristalizó su sueño de convertirse en Ingeniera en Comercio Exterior.

Pero ese éxito estuvo siempre de la mano y del esfuerzo de sus familiares y amigos, porque tuvo que pasar por duras pruebas para lograrlo, como fue sentir en ocasiones las miradas de rareza de compañeros de aula al verla llegar casi todos los días con la camiseta sucia.

Es que ella, a diferencia de los jóvenes con posibilidades económicas que estudiaban en esa universidad de prestigio en la provincia, le tocaba trabajar duro para ganarse unos centavos y colaborar con sus padres para pagar sus estudios.

Ya con la madurez suficiente para vivir sola en la gran ciudad lejos de su querido Muisne, trabajó como facturadora en la empresa Pura Crema y colaborar con los vendedores de esa empresa para aumentar las ventas y poder ver rentabilidad.

Perchar productos

Pues, allí estaba la respuesta a la suciedad en su camiseta, se debía a que le tocaba perchar los productos en las tiendas y luego con poco tiempo para regresar a casa y cambiarse, no le quedaba más que recibir clases con la ropa de trabajo.

“so explicaba el porqué la joven de cabellos largos y negros que ahora le apodan ‘Pocahontas’, llegaba en esas condiciones a recibir la cátedra, que ahora la ha convertido en todo un ejemplo.

En el sector público laboró en Autoridad Portuaria de Esmeraldas, en el MIES, hospital Delfina Torres de Concha en sus inicios ocupando el puesto de Servicios Institucionales, luego como coordinadora administrativa financiera.

Pasó por la academia como directora de Bienestar Estudiantil, donde se gestionaron muchas becas y en el nivel de gerencia cumplió el papel de directora administrativa en el IESS, directora distrital de Salud de Muisne y Atacames.

Soporte y bendición

Sus padres, hermanos, amigos y familiares fueron ese puntal fundamental para preparar a esta guerrera del manglar, que logró con mucho esfuerzo, dedicación y perseverancia todos y cada uno de sus objetivos y que ahora quiere llevar esa esperanza de vida a sus coterráneos.

Pero Edwin Guerrero, su esposo, es su complemento de vida, compañero y soporte desde el primer día que se conocieron, puesto que fue él quien estaba encargado de facilitar las licencias de conducir en su cantón y vio en Yuri a la mujer de sus sueños y a la que más adelante convirtiera en esposa y madres de sus hijos.

“Tengo un compromiso en firme de transformar esta hoja en blanco y este lienzo puro que es Muisne para mi”.

Yuri Colorado.

Conociendo a Yuri

Yuri Jéssica Colorado Márquez, oriunda del sureño cantón Muisne, tiene 35 años, es ingeniera en Comercio Exterior, graduada en la Universidad Católica de Esmeraldas.

Además, tiene una especialización en Finanzas Internacionales y culminando una maestría en Administración de Empresas en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).

Nació 19 de diciembre de 1983; es la quinta de seis hermanos, casada con Edwin Guerrero de 30 años y con quien procreó dos hijos: Dominic, de 5 años, y Jesús de 2.

Fe y fuerza

Una de las anécdotas que marcó la vida de esta hija de Muisne, fue cuando se embarazó de su segundo hijo, pues, en aquella época trabajaba como administradora financiera en el hospital Delfina Torres de Concha donde fue picada por el mosquito del SIKA, pues en su control mensual su médico le informó que dicha picadura traería consecuencias al bebé, quien podría nacer con malformación o hidrocefalia.

Pero llevar la carga del cumplimiento de su trabajo y su estado de gestación, en ciertas ocasiones la hacía descontrolar. Es así que un día dobló rodillas y siendo devota de la Virgen del Cisne le pidió con fuerzas y mucha fe que le quitara todo lo que tenía, pero que le diera salud a su bebé, prometiéndole al creador que de ser así su hijo se llamaría Jesús.