Cuando la comida, tradición y religiosidad une a la familia

EXQUISITEZ. La fanesca de la familia Sandoval-Martínez es el pretexto para unir a la familia y fortalecer los lazos entre ellos y sus vecinos.
EXQUISITEZ. La fanesca de la familia Sandoval-Martínez es el pretexto para unir a la familia y fortalecer los lazos entre ellos y sus vecinos.

Los Sandoval y Martínez en Esmeraldas se cuentan por decenas. Pero ayer, Viernes Santo, en la casa de Pedro Sandoval se reunieron 10. Todos estaban con rostros de felicidad, ya que lo planificado por semanas se cristalizaba.

No es el primer año que se reúnen alrededor de la mesa. Pedro, el patriarca, por años ha encontrado la forma de tener unida la familia en fechas importantes, incluida cuando crucificaron a Jesús. Ese día la estridencia de la música no es la protagonista, pero sí una olla de aluminio número 34 donde se prepara la fanesca.

Una vez más Pedro es el director de orquesta, aunque sus hijos a través de la oralidad y los hechos recibidos por más de tres décadas, poco a poco van tomando la posta. Este año, al igual que siempre, cada miembro de la familia aporta con ingredientes para la sopa que supera los 12 granos, pescado salado, huevo, leche, zapallo y otros condimentos.

Todos ayudan

Antes de las 09:00 ya todos están listos. Unos pican los aliños, otros adoban el pescado, seleccionan los granos y unos cuantos buscan los pedazos de madera para el fogón hecho para la ocasión.

Sobre el abrazador fuego se coloca la olla plateada que al final termina negra por el hollín. Con el paso de las horas el patio, la sala y el cuarto de la casa ubicada en el barrio San Jorge, parte baja, cerca a la ‘Y’ de Vuelta Larga, del cantón Esmeraldas, se va abrazando del olor de la fanesca que se prepara en abundancia.

Ese día hasta los niños repiten la sopa. Los vecinos reciben su porción y, los que están en casa de Pedro Sandoval, esperan como niños en Nochebuena que sus platos llenos de fanesca lleguen a la mesa.

En el centro del bufete se coloca otra olla con más sopa. En orden se repite y se repite. Lo mismo se come en la merienda. Pocas veces queda para el sábado de gloria cuando la música y la alegría desbordante de los Sandoval-Martínez, llega a su clímax. Hasta que se vuelvan a convocar para una nueva comida familiar.