Con misericordia, no con violencia

Alejandro A. Tagliavini*

Según Scotland Yard, la reciente detención de Assange se debe a un pedido de extradición del Gobierno de EE.UU., que lo acusa de un grave delito -con una pena de cinco años de prisión- contra la seguridad: la publicación, en el portal WikiLeaks, de miles de documentos clasificados del Departamento de Defensa, con la ayuda de Chelsea Manning que trabajaba en el Pentágono. Perseguido por la justicia sueca por la presunta violación de dos colaboradoras de WikiLeaks en Estocolmo, en 2010, los tribunales británicos le concedieron a Assange la libertad provisional, pero la burló y la ley británica le impone al menos a un año de prisión, de modo que antes deberá cumplir esa pena.

Todo indica que Assange pasará los próximos meses en una celda británica. Luego, seguirá entre rejas hasta que concluya el proceso de hasta dos años para decidir la extradición a EE.UU. Además, las autoridades suecas podrían reabrir el caso provisionalmente archivado.

El problema básico es que los Estados modernos se configuran como el monopolio de la violencia sobre un territorio, garantizado por sus fuerzas militares y policiales. Y, precisamente, el arma más eficiente contra la violencia, el arma más eficiente para la paz es la información. De qué sirve un ejército si un mosquito tiene datos suficientes para adelantar sus movimientos y escapar o, incluso, neutralizarlo.

Assange o cualquiera que revele información que garantice la paz, al neutralizar a los ejércitos, es peligroso para los Estados que deben privarlo de su libertad, no para que se “reeduque” y vuelva a la sociedad -mal puede reencaminarse una persona si se le quita algo esencial a su naturaleza como su libertad- sino simplemente para que no siga trabajando por la paz.

Estos monopolios de la violencia -los Estados- además de defenderse de “enemigos” externos, tienen que imponerse internamente empezando por cobrar impuestos para sobrevivir. Y para ello tienen su policía, y sus cárceles, para forzar a las personas a cumplir sus “leyes”, aquellas dictadas arbitrariamente por los políticos.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California. @alextagliavini