Diana y Pablo

CARLOS CONCHA JIJÓN

Diana aparece como luciérnaga en la noche, para señalar el camino hacia la excelencia por donde debe ir la justicia, sin poses, ni embeleso, pero sí, con la decisión incorruptible de un deber para con la Patria, demostrando que sí se puede impartir justicia honestamente en defensa de los intereses del país y la colectividad, combatiendo al mismo tiempo a esa jauría de lobos hambrientos de poder y riqueza, que están en una fragua de inmoralidad.

Diana, de naturaleza humilde, que con esfuerzo y sacrificio tesonero, tiene el mérito de haber logrado ascender a un cargo elevado en la administración de justicia. Mujer de convicciones, tenaz, revestida de una fortaleza inexpugnable contra los dardos de inmoralidad que aspira fervientemente a llegar a institucionalizar la verdadera justicia en el país, para cumplir con su cometido, sin que el fiel de la balanza se incline a ningún lado por apetitos deleznables.

Pablo aparece como un funcionario revestido de pundonor en el más alto grado, ciudadano de carácter fuerte, pero respetuoso, blindado contra las tentaciones de inmoralidad, pero cuando estas aparecen cruzándose en su camino, brota en él la ira incontenible, para impedir que hagan mella en su probidad, desechando cualquier despropósito. Está convencido que la Función Judicial debe ser sometida a una asepsia total, que hay que llenar los vacíos legales en las leyes, que debe existir un mayor y mejor control en la administración pública y una normativa de cambios en Contraloría.

Pablo es un generador de ideas, un precursor de cambios necesarios y urgentes, que aspira a llevar a la Contraloría a ejercer una positiva y loable eficiencia, que permita recuperar las inmensas sumas de dinero que pierde el Estado. Que no se equivoquen, quienes puedan pensar, que trato de sacar brillo a Diana Salazar y Pablo Celi, pues, el país conoce las actuaciones de estos funcionarios honestos.

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