Escuela, conductora de la política

RITA MACÍAS ZAMBRANO

En lo que va de julio, dentro de las instituciones educativas, se ha venido desarrollando la conformación del Consejo Estudiantil, tanto es así que, a través de las redes sociales, se ha dado a conocer el proceso democrático llevado a cabo en algunas entidades de nuestra provincia, ya sean fiscales o fiscomisionales. Y es que el Consejo Estudiantil es solo una parte de lo que es el gobierno escolar, el que se fundamenta legalmente en la Constitución Nacional, artículo 41 y en la Ley General de Educación, 115 de 1994 y en el Decreto 1860 del mismo año.

En la práctica política en la cotidianidad estudiantil, se busca la formación de líderes que intervengan activamente en su formación integral, tomando conciencia de la importancia de las normas y la necesidad de diseñar mecanismos que mejoren la convivencia pacífica y que regulen el mejoramiento no solo académico, sino también físico de su establecimiento.

Sin embargo, creo como docente, que sería bueno romper con ciertos esquemas políticos que han estigmatizado a dar el voto a cambio de lo que se recibe, es decir, en las ofertas de campaña se nota claramente, que los niños o jóvenes repiten acciones evidenciadas por los corruptos adultos que están insertados en la palestra política, eso de dar, caramelos, banderines, gorras, apliques y hasta ofrecer bailes con los mejores platos para celebrar el triunfo en los comicios, acompañados de la más retumbante y estridente música reguetonera del momento, hace gala del tipo de medio sociopolítico en que ellos se desenvolverán en el futuro.

Creo que la mejor carta de presentación de los candidatos debe ser su actitud como tal dentro del recinto escolar, por un lado, y por otro, la presentación de su propuesta que sea tangible y real, pero que, además, explique con claridad las estrategias asequibles para su consecución. Hay que facilitarles su participación a través de distintas situaciones en las que tenga oportunidad de demostrar sus capacidades y desarrollarlas. El gobierno estudiantil propicia el desarrollo socio-afectivo de los estudiantes y el mejoramiento de su autoestima a través del trabajo cooperativo.

Por otro lado, hay candidatos que no son estudiantes destacados ni en comportamiento ni en desarrollo académico y muchas veces resultan ganadores, cumpliéndose la una vez más la oscura acción de un pueblo sin meditación de elegir a ‘”Barrabás, en lugar del justo”.

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