La mendicidad no frena su avance

RIESGO. Que los menores de edad estén en las calles mendigando junto a sus padres, los expone y vulnera sus derechos a estar en sitios seguros.
RIESGO. Que los menores de edad estén en las calles mendigando junto a sus padres, los expone y vulnera sus derechos a estar en sitios seguros.

El trabajo infantil en los basurales se erradicó, pero en el mercado, la niñez sigue trabajando.

En ocasiones los mendigos pareciese que se multiplicarán. Lo hacen en las esquinas de los semáforos, en las veredas más transitadas e incluso en lugares de diversión nocturna.

Entre los mendigos están niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Muy de cerca caminan quienes dependen de la droga. Éstos también aplican esa modalidad para sus vicios; la mayoría están entre los 20 y 35 años.

Representantes de ayuda social en Esmeraldas han detectado el problema, por ello lo están tratando en reuniones. La más reciente ocurrió la semana anterior. Miembros del Comité Interinstitucional para la prevención y erradicación del trabajo infantil, hablaron de las razones por la cuales los menores de edad están mendigando o trabajando en las calles

En el encuentro enfatizaron en la importancia de darle alternativas laborales, económicas, educativas y de seguridad a los ‘cabeza’ de familia, para que no envíen a sus hijos a las calles o salgan con ellos a mendigar.

‘Ícono’ de la mendicidad

Al hablar con menores de edad que se ubican en los semáforos a realizar malabares frente a los semáforos a cambio de monedas o extienden la mano a los comensales en los patios de comida, revelan que entre sus sueños está el ser futbolista o tener un balón de fútbol.

En el caso de los hijos de venezolanos que se han vuelto recientemente en el ‘ícono’ de la mendicidad en la ciudad de Esmeraldas, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) logró insertar al sistema educativo a tres niños de siete, nueve y 11 años.

Los funcionarios saben que tener mendigando a los niños y niñas, podría acarrear un delito mayor como la trata de personas. En cambio, los padres extranjeros justifican que dejaron su país por la falta de dinero y acceso a necesidades básicas como la comida.

Mendicidad grupal

“Escúcheme chamo, yo creo a nadie le gusta pedir dinero en las calles donde se recibe humillaciones, lo hacemos porque necesitamos. Y traemos a nuestros hijos por dos razones: no tenemos dónde dejarlo acá en Ecuador y, con ellos la gente nos ayuda más”, relató la venezolana ‘Catalina’.

Ella desde la semana anterior tiene como ‘sede’ para la mendicidad, la vereda frente al Distrito de Salud de Esmeraldas, uno de los pasos vehiculares obligatorio para salir de la ciudad.

Pero allí no está sola. Tres niños menores de nueve años y tres adultos, se turnan para exhibir el pedazo de cartón gastado donde está la frase de persuasión: “hola amigo, somos venezolano, madre e hijo que necesitamos ayuda para poder seguir adelante. Que Dios le pague», «soy venezolano, padre de familia, ayúdeme con un empleo o una colaboración. Gracias que Dios le bendiga”.

COORDINACIÓN. Los del Comité Interinstitucional para la prevención y erradicación del trabajo infantil, están coordinando acciones para atender a la niñez es parte de grupos vulnerables.
COORDINACIÓN. Los del Comité Interinstitucional para la prevención y erradicación del trabajo infantil, están coordinando acciones para atender a la niñez es parte de grupos vulnerables.

Acciones agresivas

Un grupo de extranjero se ubica a diario en el parterre la avenida Libertad y Espejo, en la ciudad de Esmeraldas, allá no están los niños, solo los jóvenes que limpian los parabrisas de los autos a cambio de dinero, aunque el chofer no desee el servicio, en esos casos los limpiadores se ponen agresivos.

Durante las noches, los extranjeros que mendigan, llegan a los hoteles donde ocupan habitaciones grupales a cambio de 15 o 20 dólares diarios, dependiendo del lugar, el doble de valor a pagar por el arriendo promedio de una casa.

Niños trabajando

De lunes a viernes los niños, niñas y adolescentes que trabajan en el mercado de Esmeraldas disminuyen considerablemente. Los pocos que no van a clases ofertan legumbres en fundas. Otros dividen su jornada matutina para ir ayudar en el trabajo a sus padres y en las tardes ir al colegio.

En cambio, los sábados y domingo la presencia de los menores de edad ofertando productos alimenticos aumenta ampliamente ya que no tienen clases. La mayoría de los niños trabajadores no ven a su actividad como algo malo, más bien como una forma de ayudar a sus padres, pese a que se exponen a riesgos propios de negociar con adultos.