¿Atolondrado?

FAUSTO MERINO MANCHENO

Sin pretender fungir como psicólogo o psicoanalista, me atrevo a elucubrar ciertas apreciaciones sobre el comportamiento del mandatario exiliado. Parece que su niñez no fue nada feliz. Pobre, estudiando becado en colegio de ricos y con el padre inmiscuido en actividades ilícitas, es posible que haya acumulado resentimiento hacia las clases ricas dominantes.

Eso lo llevó, cuando Presidente, a tomar medidas que desbarajustaron el plan de crecimiento económico del país, frenando la inversión extranjera y nacional. Trató de manera atolondrada de componer el desbalance riqueza-pobreza, proponiendo medidas aparentemente radicales para mejorar la educación, la salud, la vialidad, la producción energética petrolera y eléctrica. Para ello, convocó a colaboradores íntimos y funcionarios de alto nivel que aprovecharon de su confianza y descuidada vigilancia, para delinquir escandalosamente. Con la debida antelación, Correa consiguió se apruebe una Constitución que prácticamente dejó todos los poderes del Estado en sus manos.

La riqueza enorme producida por la elevación del precio del petróleo, actuó sobre el exmandatario, como una lotería en manos de un indigente ignorante; es decir, gastó a troche y moche el dinero, en obras necesarias, innecesarias y faraónicas. Terminada la lotería petrolera, no tuvo empacho en meter la mano al dinero sagrado de la Seguridad Social y a las arcas del Banco Central. No contento con esto, vendió a China, casi la mitad del petróleo de cinco años consecutivos de producción, dejando, con toda esta serie de medidas de gastos imprudentes y el saqueo de sus colaboradores, al pobre Ecuador en ‘soletas’.

Ahora, nosotros los de la clase media y pobre del país, estamos pagando los platos rotos del apresuramiento e irresponsabilidad de un líder carismático, que si no es sentenciado por la justicia, no demorará en llegar al país a dirigir a sus borregos, que son sordos, ciegos y mudos ante la corrupción descubierta y la mente desquiciada de su mentor y que extrañan las becas burocráticas, los puestos productivos, la oratoria hiriente y desaforada.

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