ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
La desaparición de los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, fue producto de lanzamiento de la bomba atómica, ordenado por el expresidente norteamericano, Harry Truman, en 1945, por diferencias políticas y económicas, en las que los japoneses se oponían a desocupar esos territorios; la terquedad recurrente permitió la muerte de casi todos sus pobladores y arrasó con todos los cultivos y seres vivos, dejando la tierra estéril.
En el Ecuador, hace varios años, se viene divulgando la incorporación del diálogo entre la sociedad y los gobiernos, entendiéndose que cuando hay conflictos implica que las dos partes tienen que ceder, para poder celebrar acuerdos fructíferos, que beneficien a todos. Cuando se presentan nudos críticos, debemos buscar los mecanismos acertados, como la comunicación oportuna, con propuestas claras para resolver los conflictos.
La eliminación inconsulta del subsidio a los combustibles, desató una ola fuerte de protesta de indígenas, mestizos y correístas infiltrados, que ocasionó caos y conmoción poniendo patas arriba al país, puesto que la presión de los acreedores Fondo Monetario Internacional, así como los asesores del Gobierno, impedían al presidente Moreno el diálogo y llegar a acuerdos razonables, sin embargo, cuando este vio que su vida y la de todos los ecuatorianos corrían peligro, aceptó y todavía están canalizando las opiniones en un ambiente de paz mediante lo cual buscan acuerdos equitativos.
Estos hechos fatales deben sembrar en la conciencia de los políticos y ciudadanos del planeta precedentes importantes para actuar siempre como personas civilizadas, con lo que evitaríamos el aumento de pérdidas de vidas humanas. Esta es oportunidad para recomendar a los españoles, chilenos, argentinos, bolivianos y otros, para que en vez de explotar con acciones violentas, dialoguen y lleguen a consensos que les permita resolver los problemas.
Es importante resaltar que la raíz de los conflictos casi siempre está en la terquedad humana. El poeta Romano Horacio manifestó: “La fuerza que no va guiada por la prudencia, cae por su propio peso”. Todos podríamos incorporar el contenido de este pensamiento.
ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
La desaparición de los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, fue producto de lanzamiento de la bomba atómica, ordenado por el expresidente norteamericano, Harry Truman, en 1945, por diferencias políticas y económicas, en las que los japoneses se oponían a desocupar esos territorios; la terquedad recurrente permitió la muerte de casi todos sus pobladores y arrasó con todos los cultivos y seres vivos, dejando la tierra estéril.
En el Ecuador, hace varios años, se viene divulgando la incorporación del diálogo entre la sociedad y los gobiernos, entendiéndose que cuando hay conflictos implica que las dos partes tienen que ceder, para poder celebrar acuerdos fructíferos, que beneficien a todos. Cuando se presentan nudos críticos, debemos buscar los mecanismos acertados, como la comunicación oportuna, con propuestas claras para resolver los conflictos.
La eliminación inconsulta del subsidio a los combustibles, desató una ola fuerte de protesta de indígenas, mestizos y correístas infiltrados, que ocasionó caos y conmoción poniendo patas arriba al país, puesto que la presión de los acreedores Fondo Monetario Internacional, así como los asesores del Gobierno, impedían al presidente Moreno el diálogo y llegar a acuerdos razonables, sin embargo, cuando este vio que su vida y la de todos los ecuatorianos corrían peligro, aceptó y todavía están canalizando las opiniones en un ambiente de paz mediante lo cual buscan acuerdos equitativos.
Estos hechos fatales deben sembrar en la conciencia de los políticos y ciudadanos del planeta precedentes importantes para actuar siempre como personas civilizadas, con lo que evitaríamos el aumento de pérdidas de vidas humanas. Esta es oportunidad para recomendar a los españoles, chilenos, argentinos, bolivianos y otros, para que en vez de explotar con acciones violentas, dialoguen y lleguen a consensos que les permita resolver los problemas.
Es importante resaltar que la raíz de los conflictos casi siempre está en la terquedad humana. El poeta Romano Horacio manifestó: “La fuerza que no va guiada por la prudencia, cae por su propio peso”. Todos podríamos incorporar el contenido de este pensamiento.
ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
La desaparición de los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, fue producto de lanzamiento de la bomba atómica, ordenado por el expresidente norteamericano, Harry Truman, en 1945, por diferencias políticas y económicas, en las que los japoneses se oponían a desocupar esos territorios; la terquedad recurrente permitió la muerte de casi todos sus pobladores y arrasó con todos los cultivos y seres vivos, dejando la tierra estéril.
En el Ecuador, hace varios años, se viene divulgando la incorporación del diálogo entre la sociedad y los gobiernos, entendiéndose que cuando hay conflictos implica que las dos partes tienen que ceder, para poder celebrar acuerdos fructíferos, que beneficien a todos. Cuando se presentan nudos críticos, debemos buscar los mecanismos acertados, como la comunicación oportuna, con propuestas claras para resolver los conflictos.
La eliminación inconsulta del subsidio a los combustibles, desató una ola fuerte de protesta de indígenas, mestizos y correístas infiltrados, que ocasionó caos y conmoción poniendo patas arriba al país, puesto que la presión de los acreedores Fondo Monetario Internacional, así como los asesores del Gobierno, impedían al presidente Moreno el diálogo y llegar a acuerdos razonables, sin embargo, cuando este vio que su vida y la de todos los ecuatorianos corrían peligro, aceptó y todavía están canalizando las opiniones en un ambiente de paz mediante lo cual buscan acuerdos equitativos.
Estos hechos fatales deben sembrar en la conciencia de los políticos y ciudadanos del planeta precedentes importantes para actuar siempre como personas civilizadas, con lo que evitaríamos el aumento de pérdidas de vidas humanas. Esta es oportunidad para recomendar a los españoles, chilenos, argentinos, bolivianos y otros, para que en vez de explotar con acciones violentas, dialoguen y lleguen a consensos que les permita resolver los problemas.
Es importante resaltar que la raíz de los conflictos casi siempre está en la terquedad humana. El poeta Romano Horacio manifestó: “La fuerza que no va guiada por la prudencia, cae por su propio peso”. Todos podríamos incorporar el contenido de este pensamiento.
ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
La desaparición de los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, fue producto de lanzamiento de la bomba atómica, ordenado por el expresidente norteamericano, Harry Truman, en 1945, por diferencias políticas y económicas, en las que los japoneses se oponían a desocupar esos territorios; la terquedad recurrente permitió la muerte de casi todos sus pobladores y arrasó con todos los cultivos y seres vivos, dejando la tierra estéril.
En el Ecuador, hace varios años, se viene divulgando la incorporación del diálogo entre la sociedad y los gobiernos, entendiéndose que cuando hay conflictos implica que las dos partes tienen que ceder, para poder celebrar acuerdos fructíferos, que beneficien a todos. Cuando se presentan nudos críticos, debemos buscar los mecanismos acertados, como la comunicación oportuna, con propuestas claras para resolver los conflictos.
La eliminación inconsulta del subsidio a los combustibles, desató una ola fuerte de protesta de indígenas, mestizos y correístas infiltrados, que ocasionó caos y conmoción poniendo patas arriba al país, puesto que la presión de los acreedores Fondo Monetario Internacional, así como los asesores del Gobierno, impedían al presidente Moreno el diálogo y llegar a acuerdos razonables, sin embargo, cuando este vio que su vida y la de todos los ecuatorianos corrían peligro, aceptó y todavía están canalizando las opiniones en un ambiente de paz mediante lo cual buscan acuerdos equitativos.
Estos hechos fatales deben sembrar en la conciencia de los políticos y ciudadanos del planeta precedentes importantes para actuar siempre como personas civilizadas, con lo que evitaríamos el aumento de pérdidas de vidas humanas. Esta es oportunidad para recomendar a los españoles, chilenos, argentinos, bolivianos y otros, para que en vez de explotar con acciones violentas, dialoguen y lleguen a consensos que les permita resolver los problemas.
Es importante resaltar que la raíz de los conflictos casi siempre está en la terquedad humana. El poeta Romano Horacio manifestó: “La fuerza que no va guiada por la prudencia, cae por su propio peso”. Todos podríamos incorporar el contenido de este pensamiento.