¿Qué hemos aprendido?

Las señales de lo que está por venir al interior del país son claras: cadáveres en las calles, personas contagiadas que se desploman en espacios públicos, colapso de los hospitales, escasez de unidades de cuidados intensivos, cientos de fallecidos por ‘causa desconocida’.

Ese es el panorama que vivió Guayaquil en los primeros meses de la pandemia, y lo que ha experimentado Quito desde hace varias semanas.

También se han vuelto comunes las escenas en cantones y recintos, donde ante la prohibición municipal de usar los mercados, comerciantes -formales e informales- abarrotan las calles de los centros urbanos, sin medidas básicas de bioseguridad. Las fiestas y reuniones sociales se continúan sancionando sin efecto alguno, y los ciudadanos retoman de a poco las actividades cotidianas de la prepandemia. Muchos por necesidad, otros por desconocimiento o, quizá, por necedad.

Circulan por las redes sociales capitalinas mensajes alertando de que “estos quince días son cruciales” y “estamos llegando al pico”. Los datos indican lo contrario: en los últimos cuatro días, el mundo ha sumado 1 millón de nuevos contagios, la mayoría en nuestro hemisferio.

Tras más de cuatro meses de confinamiento en Ecuador, algo tiene que cambiar en la manera en la que se prepara a las ciudades y cantones más pequeños para afrontar el creciente número de contagios.

De manera tardía, por ejemplo, el Municipio de Quito implementó la semana pasada carpas de triaje médico en las siete zonas más críticas. Esto se debió hacer mucho antes, dicen los epidemiólogos, lo cual habría evitado muchas desgracias.

Aún no es demasiado tarde para salvar vidas en el resto del país.

El sabio duda y cambia de idea; el tonto es obstinado y no duda: sabe de todo menos de su ignorancia.”

Akhenaton (1353-1336 a.C.) Décimo faraón de la dinastía XVIII; Egipto.

Renunciar a los principios morales por los que las masas lucharon por siglos, creará una explosión en el futuro cercano.”

Es’kia Mphahlele (1919-2008) Humanista; Sudáfrica.