¿Dónde está mi nombre?

Los derechos civiles en Afganistán, para las mujeres siguen siendo aún precarios y tras eso escasos. El sistema de vida patriarcal impuesto por largas generaciones y esto por mucho tiempo generó en la pérdida de derechos propios de mujeres afganas, a diferencia de aquellas que viven en Occidente. Este sistema patriarcal, en donde el hombre cabeza de hogar decide absolutamente todo, en desmedro de las mujeres, fue acentuado luego de la toma del poder por parte del grupo armado llamado los talibanes. En el gobierno de ellos, los derechos civiles de las mujeres sufrieron un severo retroceso.

Su educación fue eliminada condenándolas a la ignorancia. El servicio de salud se les esquilmó tan drásticamente que sólo podían ser examinadas por médicos mujeres, escasa a propósito, y a los médicos hombres que ignoraban esta disposición corrían el riesgo de ser encarcelados y sus familias víctimas de abuso. Les obligaron a usar su rostro completamente tapado con la vestimenta llamada burka y se le prohibió las salidas en público.

Totalmente confinadas a estar en casa, encontré una extraordinaria definición acerca de esto: “el apartamento se asemeja a una prisión. El silencio pesa mucho sobre todas nosotras. Como ninguna de nosotras hace mucho, no tenemos mucho que contarnos. Incapaces de compartir nuestras emociones, nos encerramos en nuestros propios miedos y angustias. Como todas están en el mismo pozo negro, no tiene mucho sentido repetir una y otra vez que no podemos ver claramente”.

Tras el derrocamiento del grupo Talibán, han existido progresos ínfimos en los derechos civiles de las mujeres. Pero aún ese ruin sistema patriarcal y la estela dejada por los talibanes inciden en que las mujeres no recuperen su total libertad y puedan gozar de una vida más placentera en donde elijan qué ser o qué destino tomar. Un aspecto que me llamó la atención fue la iniciativa femenina #¿dónde está ni nombre? En ese país, compartir en público el nombre de las esposas se considera una deshonra grave que puede ocasionar reacciones violentas. Por ello, los hombres utilizan otros términos o palabras para referirse a sus cónyuges: la madre de mis hijos, la ocupante de mi casa, mi debilucha o, en algunos rincones alejados del país –sobre todo zonas rurales- , mi cabra o mi gallina. Muchas están peleando para que esto se revea.

Luis Coello Kuon Yeng

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