Arrogancia y ceguera

El poder los hace arrogantes a los políticos y no miran la realidad, olvidan al vecino, al hermano y amigo. Al mismo tiempo, uno de los problemas de los ecuatorianos es la incomprensión de la crisis económica, social y política que arrastra desde hace algunos años. Esta indiferencia está unida a la incapacidad de diálogo y la búsqueda de soluciones compartidas.

El Gobierno propuso un diálogo nacional. Por desgracia, no dio resultado porque no intentó un acercamiento a los líderes sociales, políticos, empresariales, trabajadores, colegios de médicos, ingenieros, arquitectos, contadores. Es decir, con las instituciones sociales que producen, haciendo lo mejor en el trabajo de cada día.

El país está pagando una deuda con intereses anticipados, venta del petróleo adelantado. Se ha diseñado una política económica para perder dinero y hundir más al país en el agujero de la pobreza y el subdesarrollo. Mal negocio. El peor.

Una concertación nacional pide de urgencia el país, porque entender las dificultades es la horca social. Además, los partidos políticos no deponen la lucha irracional por el poder.

Por otro lado, las crisis no solo causan desolación y complicaciones. También localizan por ahí oportunidades. Si embargo, para transformar las oportunidades en soluciones, precisa un ajuste de tuerca al pensamiento y la actitud.

Un cambio: concluir con el pensamiento del “primero yo y después yo”, que se proyecta en “primero mi partido y después también”. Primero mi empresa y mis utilidades, después el trabajador, la familia y la sociedad.

Mientras tanto esperan los problemas gigantes: 660 mil ecuatorianos no reciben el sueldo por su trabajo de 10 horas al día desde hace meses. Aportan al IESS, pero les pagan por 6 horas.

Trabajadores informales, vendedores ambulantes, peones de la construcción, estibadores, hasta médicos y profesores dedican su tiempo a conseguir un soporte económico de 2 dólares por hora para comer. Cada uno de ellos arriesgan la vida. Sin embargo, la ceguera del Gobierno y de los empresarios es más fuere que la muerte.

La pandemia golpea sin compasión y los efectos son brutales: 850 mil personas se quedarán sin trabajo el próximo año. Aunque la oportunidad está al frente. ¿Qué produce Ecuador? Banano, cacao, flores, camarón, productos agrícolas. ¿Por qué las empresas de producción y exportación no los incorporan a los vendedores informales y otros sectores de pobres? Aumentaría la mano de obra, el Gobierno buscaría mercados nacionales y del extranjero a precios competitivos. Puesto que la peste ha destruido la economía mundial, a la gente no le queda mal comer lo que produce el campo, endulzar el paladar con un chocolate o saborear una tasa de café.

Los iluminados se han perdido. Más bien se dedican a aumentar el tamaño descomunal del estado que se come nueve mil millones al año. Entonces, ¿por qué no llegar acuerdos nacionales desterrando el “soberbio yo”?