No gastar tanto

Fausto Jaramillo Y.

Nos vamos acercando a conmemorar el primer año de gobierno del Lcdo. Lenín Moreno y un balance rápido, somero, incompleto y superficial, encontramos en la columna de lo positivo la apertura al diálogo, el cambio provocado en la ciudadanía gracias a su talante respetuoso y hasta bonachón lo que ha contribuido a que la sonrisa y hasta la crítica vuelvan a aparecer.

En la de lo negativo aparece su resistencia a enfrentar el problema económico. Gracias a las palabras del presidente, ahora sabemos que aquella frase: “la mesa servida” con la que se despidió el anterior gobernante, al igual que muchas otras, era mentira; una falsedad para crear ilusiones sin sustento, un intento por tapar la realidad dolorosa de una crisis económica que aún no conocemos en su real magnitud.

No es necesario ser economistas graduados y con doctorados forzados y fingidos para comprender que si los ingresos del gobierno son menores a los egresos, aparecerán las deudas, y estas a su vez acrecentarán el problema, pues, en algún momento debemos pagarlas todos los ecuatorianos. Entonces, la solución es múltiple, pero entre las medidas deberían constar la renegociación de la deuda interna y externa, la reducción de la burocracia, especialmente la dorada, que engorda hasta la obesidad al gobierno y le resta agilidad y pronta recuperación. Hace falta, además, dejar de importar tanto y exportar mucho más.

Creo que en esas ideas estaremos de acuerdo todos los ecuatorianos; pero no lo estamos en el cómo. Es que las ideologías, sean las que se autodenominan de izquierda o de derecha, lo que hacen es crear, desde los prejuicios, a fanáticos que no logran mirar todos los detalles de la realidad, impiden observar el mundo y envuelven las soluciones en retóricas vacías de contenido y ricas en palabras rimbombantes. Las ideologías deberían ser el camino hacia la verdad y no para beneficio de líderes inescrupulosos que, como dice el refrán, “mienten por cada diente” para esconder sus ambiciones personales o grupales de enriquecimiento, mientras la crisis sigue extrayendo de los bolsillos de los ciudadanos el fruto de su trabajo.

Pragmatismo exige el momento; pero mucho me temo que, seguiremos enfrascados en luchas ciegas que podrían terminar en el ahorcamiento de la economía del Ecuador.