Misión del periodismo

POR: José Albuja Chaves

En los tiempos que discurren, el mundo ha dado tal giro con los avances tecnológicos que el hombre ha desarrollado, que la misión periodística ha incorporado nuevos medios y maneras de informar, promover, publicitar y aún competir, a tal punto que ésta gran tarea, esta noble misión, hoy por hoy, en su mayoría, está en manos de los llamados comunicadores sociales, profesionales casi todos formados en escuelas de periodismo.

De manera que ser periodista, en el sentido cabal de la palabra, dista todo un continente a eso de llamarse o atribuirse periodista. El periodismo o la prensa – como quiera decirse – se ha considerado como una cátedra y aún como una tribuna, en la cual el periodista es el maestro, hombre privilegiado para hablar y defender la verdad, para promover la justicia, el bienestar común y los valores morales en la sociedad.

Por ello, no puede atribuirse periodista el dueño y accionista de un diario, un canal de televisión, una radioemisora, por la simple circunstancia de dueño, de capitalista, de inversor. Lo podría ser cuando con decisión y mística, con verdadero apostolado, contribuya a encender la antorcha de la energía creadora de todo un pueblo, de su comunidad. Y lo será más aún cuando luche por el necesitado, por el relegado social y se transforme en su luz y en su esperanza.

La época presente nos ha hecho meditar mucho, muchísimo, a tal punto que casi estamos convencidos de que «el hombre es lobo del hombre». Al margen de los contrastes desgarradores que nos ha tocado mirar y palpar, por un lado opulencia, lujo, derroche venta de conciencias, dispendio perverso, fuerzas de represión, mercenarismo, y por otro, miseria, hambre, desnutrición, desconfianza, escepticismo y pocas alternativas de esperanza, hay en verdad que invocar la unidad nacional, por encima de dogmas y de intereses ideológicos, cuando un país está al borde de la quiebra fruto del boato, el fanatismo, la prepotencia germinada en un caudillismo de altísima voracidad, que todavía exhala a la distancia un vaho de cinismo sardónico ciego y patológico.