Cinismo, palpitante y cruel

Mariana Guzmán Villena

Cualquier ser humano consecuente con los sentimientos que generamos justamente por tener esa índole especial, no podemos quedarnos indiferentes ante el drama de la migración venezolana hacia diferentes países, motivados por la desesperación de que en su natal tierra no ven un futuro digno ni para sí peor para su descendencia, pues es un país que cada día se despedaza, pero que según su mandatario está en el esplendor seguramente engreído del gran petróleo que emana de su suelo. Suficiente pasar la frontera colombo ecuatoriana para apreciar la tragedia imparable del éxodo de ciudadanos del país llanero; a la intemperie con niños en cochecitos los que pueden darse ese lujo, sino cargados por sus padres, esperan en el riguroso frio norteño un turno para legalizar su estadía y trasladarse o bien a otras ciudades colombianas o hacia Ecuador y tomar los rumbos que se han fijado. Me preguntaba en pasada ocasión, como se alimentan, como se asean, como es su diario vivir? Que pasó con sus sueños que quizá germinaron en su terruño y fueron bruscamente arranchados por un gobierno que se jacta besando a niños y ancianas, pero que demuestra una total indiferencia, creo que hasta desdén, por sus compatriotas que al dejar lo suyo tácitamente están demostrando no estar de acuerdo con un régimen tirano, que mata de hambre a su pueblo, que la salud, un derecho constitucional a nivel mundial, poco o nada le importa.

El señor Maduro no es que no está enterado de las calamidades de sus conciudadanos, lo que pasa es que del cinismo ha hecho una práctica común que como una careta pretende mostrarse como un líder, como un caudillo, pero de la máscara se filtran sus verdaderos sentimientos y pretensiones, perpetuarse en el poder hasta que Venezuela vacíe a su gente, y quede aquella enceguecida que no ve más allá de un montaje, de una realidad ficticia adornada con palabras de un nacionalismo en la que no cabe la doctrina humanista, en que la solidaridad se escapa entre fisuras para dar paso a la ignominia y desprecio por una gente que en su largo transitar no solo van dejando trozos de vestiduras y gastados zapatos si no retazos de su vida misma.