El espejismo de la participación electoral

VICTOR HUGO PORTOCARRERO DE LA TORRE

La misión del Consejo Nacional Electoral CNE, es “Garantizar el ejercicio de los derechos políticos que se expresan a través del sufragio, así como los referentes a la organización política de la ciudadanía; y, promover el fortalecimiento de la democracia, mediante la organización de procesos electorales y el apoyo a las organizaciones políticas y sociales, asegurando una participación equitativa, igualitaria, paritaria, intercultural, libre, democrática y justa, para elegir y ser elegidos”.

Quizás quienes forjaron esta misión, pensaron democráticamente en sus intereses y en la de los grupos que representan. Quizás su posición democrática, incluyente…, realmente constituye, un mecanismo que: garantiza el manejo del poder político, a quienes, en condición, cumplan con los requisitos de sus creadores.

El CNE está estructurado con la visión pragmática del poder. Todas las organizaciones que participarán en las elecciones, en función de los requisitos…, comprobados por sus vocales, establecidos funcional y dedocráticamente, ostentarán la categoría de “representación ciudadana” y podrán, en el marco de la organización y control electoral, participar en virtud de su envergadura institucional “estructural”, y en razón del derecho otorgado por el infalible CNE, por la investidura del poder general.

El CNE, garantiza el concurso por el “poder”, de las organizaciones reconocidas, por un grupo de personajes impuestos por el estatus quo y su cadena de representación.

La garantía de la participación ciudadana es un espejismo, en tanto la mayoría de la población no es parte de ninguna organización reconocida por el CNE. Siendo así, la misión del CNE hasta el momento, es garantizar que el Estado siga siendo manejado por los mismos grupos de poder.