Asambleístas con nombres selectos

POR: Ramiro Ruiz R.

Sofía Espín y Norma Vallejo, dos asambleístas con nombres selectos. La primera significa sabiduría, conciencia; y la segunda, ley, ejemplo. La Asamblea Nacional las destituyó. Sofía Espín por visitar en la cárcel a la exagente Diana Facón. Esta acción no corresponde a las funciones de los asambleístas. Diana Falcón se halla vinculada en el caso del secuestro del político Fernando Balda. Rafael Correa está procesado por este caso. La visita “humanitaria” tenía el propósito de pedir a Falcón que niegue su testimonio en contra del expresidente.

Norma Vallejo, removida por la supuesta vinculación a los diezmos. Similar al estilo de la Iglesia Católica en la Colonia que exigía diezmos a los pobres.

Sofía se comportó rechazando la razón, pero intentando defender al caudillo prófugo de la justicia. Norma arrinconando la ley y abriendo el camino a la filosofía de la “viva” que se aprovecha del poder político para recoger dinero obligado, con amenazas o falsas obligaciones de los empleados.

Las dos asambleístas mancillan sus nombres significativos, y peor, defienden sus episodios de corrupción. Confunden a la ciudadanía mostrándose como perseguidas políticas. Todavía no comprenden que la corrupción no toma de la mano a la política, sino a la ley.

Sofía Espín dijo: “He sido utilizada como cortina de humo”. Gabriela Rivadeneira alzó la voz afirmando que se trata de una “absurda persecución política”.

Comenzaron los convenios entre asambleístas correístas, morenistas, independientes. El Gobierno está ahogándose con la colosal corruptela incrustada en las instituciones del Estado. ¿Qué negocian los asambleístas? ¿Terminar de raíz con la impunidad?

Existen leyes que permiten el castigo a los delincuentes y a quienes juegan con el incumplimiento de la ley. A lo mejor se han escrito leyes, o más bien las copiaron de otros países y por eso son absurdas, incompatibles con la realidad y la cultura. Pero debemos cumplirlas. Los asambleístas debieran analizar diferentes formas de simplificar las leyes convirtiéndolas en eficientes y justas.

La destitución de las asambleístas a lo mejor fue uno de los actos más amargos. Las excompañeras de la “revolución” se descubren y reafirman la existencia del sistema político destructor inventado por mentes lúcidas, corazones ardientes por el amor desmedido del poder y manos limpias para atrapar dinero y hartarse.

Fueron diez años que no funcionó la razón, el Gobierno negó el conocimiento de la realidad nacional y las posibilidades verdaderas de desarrollo el país. Primó la ambición más que el cumplimiento de la norma. El resultado es desastroso, quizá un atraso económico, desprestigio de la política y un país con ciudadanos desmoralizados y decepcionados.