Cisma legislativo

POR: Mariana Guzmán Villena

En un cuerpo colegiado que tiene responsabilidades previstas normativamente y cuyo cumplimiento es ineludible y obligatorio, debe existir asimismo un comportamiento eficiente y probo por parte de sus componentes que en ningún caso resquebraje la imagen de impecabilidad que rige a instituciones de importancia como es la Asamblea Nacional, creada como función del Estado de fiscalizar y legislar, tanto los actos de funcionarios que desempeñan roles fundamentales, como hacer leyes que permitan una civilizada y regulada convivencia humana. Pero cuando este comportamiento se infringe, se incurre en actos reñidos no solo con la moral que están investidos y en las cuales confió todo un pueblo, sino, y lo más grave, que atentan contra las responsabilidades que deben acatar por mandato de un Decreto Supremo.

Es obvio que en toda agrupación no puede haber criterios unísonos, así haya una afinidad ideológica, política, religiosa etc., pues no todos opinamos igual en nuestro derecho de discrepar que ha recogido la mayoría de Constituciones de casi todos los países del mundo; con excepciones de aquellos donde se considera que gobernar con tiranía y absolutismo es necesario para mantener la disciplina de un pueblo, o aquellos donde se la viola flagrantemente aduciendo razones que la misma razón no entiende, pero que disfraza ese poder omnímodo que carcome las bases de una democracia impoluta.

Nuestra Asamblea Nacional a través de su permanencia como una de las autoridades del Estado no ha estado exenta de escándalos, como las corruptelas de algunos de sus integrantes, otros por encubrir conductas reprochables por la magnitud no solo del acto sino de sus consecuencias, siendo el más afectado el pueblo, al que se lo victimiza, pero que llegado el momento es el más olvidado.

Actualmente nuestra Asamblea pasa por un período difícil, motivado ante la destitución de dos de sus integrantes, que incumpliendo sus deberes que les impone la Constitución, incurrieron en faltas que ameritan una sanción. Claro que la imagen de nuestro país decae ante la opinión internacional, pero a los que cometen estas falencias eso parece no importarles.