Execrable

José Albuja Chaves

En las últimas semanas, especialmente, los ecuatorianos nos sentimos acosados a través de los medios de comunicación bajo la forma de noticias que llenan las primeras páginas con la relación de un escándalo tras otro originado en la voracidad de un régimen que casi se lleva el Ecuador entero, tal y cual hubiera entrado en subasta privada.

Ya no es “solamente” el sector petrolero y sus refinerías; las exportaciones voluptuosas del crudo siniestro; el sector energético y sus centrales hidráulicas; las carreteras a precios desorbitantes; el vuelo de aviones oficiales, o bien llenos de una jauría de pasajeros, o vacíos y hasta casi sin pilotos, por lo mudos, ciegos y sordos.

Ya no es el espionaje a periodistas, políticos “limitaditos”, funcionarios y empleados de carrera, y hasta de los ubicados expresamente para la delación. Pues había que escarbar mucho más, a la manera de topos en reproducción de delectación, abriendo camino y oquedades en el suelo patrio para acaparar recursos materiales y hasta la conciencia de los más débiles.

No. Había que depauperar al IESS y matar por consunción a aquella “ralea” de jubilados que estorban el camino de los revolucionarios modernos, ingeniosos, ardientes y lúcidos. Había que incorporar a los judiciales al ejército desbocado para que disciplinadamente expidan fallos y sentencias por “orden superior”. Por el dueño del Estado y todas sus funciones e instituciones. Había que deslumbrar con edificios llenos de vidrio, aluminio, obedientes incluidos, para que la Judicatura controle cualquier desbandada de su ideología de trismos esquizoides.

Había también, entonces, que ordenar cobros, diezmos y descuentos para engordar las arcas ominosas de sus redes, y disimular que ciertos avivatos hagan lo mismo en todos los niveles Asamblea Nacional incluida, así como gobernaciones y otros sectores visibles.

Empero, no se asusten, estimados lectores, porque esta reseña es fruto de una pesadilla que me carcome, de la que no alcanzo a despertarme, a cambio de que ustedes viven en un país paradisíaco, en pleno desarrollo, lleno de equidad, respeto a los derechos humanos, con altísima protección social, y con altos índices de prestigio a nivel mundial. Enhorabuena.