Gente de corazón

POR: Rocío Erazo Benavides

Recorriendo, encuentro la clásica amabilidad que destaca al ibarreño, y despierta, claro, siempre ese ánimo de ver a Ibarra, grande, productiva, turística, desarrollada.

Somos aproximadamente cerca de ¿200.000 habitantes?, y muchos que hemos nacido aquí, y otros que han entregado parte de su vida con su trabajo y su familia, son gente de corazón, nacidos y vividos. Somos los mismos, sentimos a Ibarra, la “ciudad a la que siempre se regresa”, que buen slogan, que como mencionó M.L.E.B. que volvió a los 24 años, ese muro con esa frase era la que avisaba si ya se entraba a esta ciudad; hoy ni ese muro a la entrada sur, existe.

Bien, el domingo anterior Laguna Mall, con algunos auspiciantes más, desarrolló las 5 k de Laguna Mall. El auspicio de un gran empresario ibarreño como Patricio Hidrobo, que muchas veces prefiere el anonimato, ve a Ibarra como una ciudad que ha crecido mucho, sin embargo opina que necesita urgentemente una reingeniería, un cambio.

Otro de esos personajes clásicos que inclusive contribuyó con varios tipos de cafetería en años atrás es el clásico Federico Morales, el que ayer justamente comentaba “del centro histórico”, de los “tradicionales tamales”, que hoy ofrece en la esquina de su casa, en la calle Oviedo y Rocafuerte, y mientras hablaba del sabor tradicional del “tamal ibarreño”, pasaban varias personas con gentileza, con amabilidad, saludando “buenas noches Federico”, “que bien que esté en esta época con esos ricos tamales” y “Luchito Pozo”, recordaba las retretas en el Parque Pedro Moncayo, a las clásicas familias.

Ese paseo por la historia de “mi Ibarra”, hace decir y entonces: ¿qué le hace falta a la Ciudad Blanca? Porque debemos ser críticos, realistas y no apasionados y menos vendidos, para saber que Ibarra no tiene aún su mercado, no tiene la ciudad “Arcángel” y lo digo porque se acerca cambio de autoridades y nuevamente hay que elegir, pero hay que elegir gente de corazón, que ame a Ibarra, que quiera a Ibarra grande.