‘Con mi hijo con síndrome de Down, soy doblemente bendecida’

AMOR. Janeth aún lleva en sus brazos a Derek a dondequiera que vayan, aunque pesa 8 kilos y medio.
AMOR. Janeth aún lleva en sus brazos a Derek a dondequiera que vayan, aunque pesa 8 kilos y medio.

Cuando eran las 09:00 de un día jueves, llegaba Janeth Barton con su hijo Derek, en brazos, al Club Ecuestre La Gabriela, por el sector de Amaguaña, para beneficiarse de las terapias manuales y de la equinoterapia que allí proporcionan de manera gratuita.

Detrás de Janeth caminaban otras mujeres, en total 25, también con niños en brazos que llegaron a bordo de un bus que las recogió en el Guagua Centro de Conocoto, un lugar que acoge a niños con discapacidad: síndrome de Down, autismo, parálisis cerebral y déficit de atención.

Todas estas madres se dirigían directamente al campo de equitación, un gran espacio verde donde les esperaban terapeutas y voluntarios que hicieron a sus pequeños suaves masajes y luego los subieron sobre un caballo blanco, de aproximadamente un metro de alto, que era halado por uno de los voluntarios.

Según Luisa Jara, administradora de ‘La Gabriela’, que cuenta con el aval de una universidad de Texas en equinoterapia, el caballo de terapia debe tener una mente fría, ser tranquilo y que no le asuste nada, tomando en cuenta que el paciente grita, le estropea e incluso le agrede. El animal también debe tener una estructura anatómica gruesa, sobre todo en la parte trasera para poder sostener al niño en todas las posiciones.

A la espera de su tercer hijo
Janeth Barton Gómez, una mujer guayaquileña de 39 años, quien vive en Quito desde hace 19, esperaba con ilusión a su hijo “varón”, que vendría a complementar la familia que ya estaba conformada por dos niñas de 18 y 9 años, respectivamente, y su esposo.

Durante su embarazo se sometió a chequeos médicos e incluso le practicaron siete ecografías para controlar su progreso y crecimiento, pero nunca le dijeron la condición y los problemas con los que venía su hijo.

Cuando nació, fue la sorpresa. En ese momento los médicos le dijeron que tenía rasgos de síndrome de Down y le notificaron que tenía el labio leporino y el paladar hendido. “Nunca me dijeron que venía con esa condición”, recuerda.

EL DATO
Conforme Derek va creciendo puede enfrentar alguna infección renal, problemas cardiacos, afección a la tiroides o problemas auditivos. Hasta ahora todo está bien.Para un diagnóstico certero le practicaron el careotipo (examen para determinar las características y número de cromosomas), y los resultados le entregaron un mes después, pero en ese tiempo y sin necesidad de esos resultados, Janeth confirmó la condición de su hijo, porque los rasgos se hicieron más evidentes.

Sin embargo, con una gran sonrisa, asegura que no tuvo miedo a lo que se enfrentaría y que más bien, por sus propios medios, buscó información y ayuda, contando siempre con el apoyo de sus hijas y esposo, para quienes “Derek es el mimado y consentido”.

Janeth no trabaja y ha dedicado todo su tiempo a su pequeño hijo que recién está intentando dar sus primeros pasos y ya dice “mamá”, cuenta con gran emoción la mujer.

Estos son grandes logros que ha conseguido por la dedicación y el esfuerzo que realiza cada día. Y también por los controles médicos, porque Derek se resfría con frecuencia, pero también para saber el estado de su corazón, hígado, tiroides y oído, que son los órganos que pueden ser afectados por su condición.

Grandes avances
Janeth llegó al Guagua Centro de Conocoto, a pesar de que vive por el sur de Quito, por un anuncio que leyó en una unidad del Trolebús. Y desde allí se contactaron con Luisa Jara del Club Ecuestre ‘La Gabriela’, que desde hace aproximadamente seis meses les abrió las puertas.

Antes de iniciar la equinoterapia, Derek ni siquiera se paraba. En la actualidad ya gatea, se para e intenta dar sus primeros pasos. Al comienzo se resistía a que lo pongan sobre el caballo, ahora disfruta de los paseos y deja que los terapistas y voluntarios le coloquen en las posiciones que requiere para que el calor y los movimientos del animal le estimulen. “Creo que es el resultado de la terapia diaria y la equinoterapia”, manifiesta.

Mientras observa la terapia que le realizan a su hijo, menciona que “de él espera muchas cosas… Y como madre me dedicaré siempre a buscar su bienestar y mejoría”. Aún tiene en su mente las palabras que le dijo una de las doctoras que examinó a Derek en sus primeros días, y de la cual no recuerda su nombre: “El hecho de tener un hijo es una bendición, pero tenerlo con una condición especial es una doble bendición”. Cuando termina la terapia regresan todos al Guagua Centro, donde reciben su almuerzo y luego se dirigen a casa a descansar. (CM)