Continuidad de una especial celebración

POR: Mariana Guzmán Villena

Persistentemente suele expresarse que las mamás no necesitamos de una especial fecha para homenajearnos, que todos los días ameritan festejar a una madre. Cabe preguntarse: ¿será verdad o no?

Esta incógnita no es tan sencilla de rebatir, para muchos de nuestras dilectas y dilectos lectores su contestación será un rotundo sí. ¿Por qué esta duda? Por tantas razones que la cotidianidad de la vida nos relata, que constatamos, que nos enteramos. Hay tantos casos en que ese amor maternal ingénito de la naturaleza de la mujer, a quien la bendijo con el maravilloso don de la maternidad, se diluye, o sencillamente no se cristalizó en su esencia; los placeres destructivos, los deleites profanos quizá reemplazaron ese amor por apegos mundanos. Tantas veces fecundada la semilla de la vida en el vientre materno, con total indolencia, sin resquemor ni conciencia, es arrancada de la calidez del hábitat materno ultimando al inocente ser que no pidió ser concebido.

Hay madres y madres. En verdad cada persona es tan diversa, pero sí hay cualidades, dignidades y hasta defectos que asemejan tanto a hombres como mujeres. Una de estas virtudes en la mujer que es madre, sin duda constituye ese amor incondicional, inmenso, inacabable hacia sus hijos, hacia sus nietos y si Dios lo permite hasta sus bisnietos. De generación a generación ese instinto materno va plasmando con el arte del amor una obra maestra cuya única autora es una madre. Por eso no comprendemos pues la razón elude explicar el por qué se pretende liberar de culpa a aquella mamá que prefiere delinquir a sentir la felicidad de tener entre sus brazos, de amantar, de criar, de instruir a aquel hijo, hija que lo concibió.

Cuántas mujeres anhelan estos sentimientos, vivir momentos inolvidables, pero la naturaleza se mostró esquiva no significando en ningún caso que su instinto materno no esté latente en su existencia, volcándolo en otros pequeñines, jóvenes y hasta adultos que forman su entorno, quienes reciprocan tal afecto como si de una madre se tratare.

Quizá tienen razón aquellos que convencidos afirman que la madre no amerita un especial día para ser reconocida, pues ese amor y dedicación hacia sus hijos, hijas, estará presente en toda mujer consciente de esa responsabilidad divina hasta el final de su vida.