Las paralelas del olvido y la irresponsabilidad

Mario García Gallegos

Se van a cumplir 3 años del aluvión invernal que se llevó un pequeño tramo de 12 metros de la ferrovía que une a Otavalo, Ibarra y salinas, bautizada con el rimbombante nombre de “Ferrocarril de la libertad”.

Frente a la población de San Roque, han quedado volando en el aire los rieles de acero unidos por los durmientes de madera, como un cuadro surrealista de Endara Crow: el pintor que encumbraba el pensamiento a los cielos de la imaginación.

Ubicándonos el suelo de la realidad, nuestro precioso ferrocarril que nos hace recordar la pujanza de pueblos del norte ecuatoriano por construir la ruta hacia el mar, que empezando en la capital, atravesando las cordilleras y los pantanos, llego hasta San Lorenzo: aquel dorado sueño perdido por la ineptitud de los administradores y la indolencia de los que han detentado sin pena ni gloria las delicias del poder.

Cuando se anunció la reconstrucción de nuestro añorado y “caro” ferrocarril, todos aplaudimos esta magnífica idea, igualmente cuando se lo reinauguro con tarimas, bombos, platillos, estuvimos satisfechos por esta prometedora recuperación. Las evocadoras estaciones, se abrieron nuevamente a las actividades ferroviarias, destinadas esta vez, al servicio del turismo y hasta el trasporte inter cantonal. Las sirenas de las ciclópeas máquinas de vapor y diésel, rompieron el silencio del tiempo perdido con su grito de victoria.

Lamentablemente, estamos presenciando otro capítulo escrito ahora, por verdaderos “vagones y durmientes” incapaces de reparar un pequeño segmento de la ferrovía; de aquellos que, entre bostezos cobran sus estipendios por llevar unos pocos gringos desde Otavalo a San Roque, en trasbordo de autobús hasta Ibarra, y de allí en autocarril hasta Salinas… y colorín colorado, el cuento se ha acabado, y el turismo se ha esfumado.