Las manos de mamá

POR: Germánico Solis

Grandes y benditas son las manos de las madres, invocadas por los que aún las tienen y consagradas por los que las mantenemos en la eternidad. Toda labor realizada por las madres ha sido asemejada con el poder y gracia de Dios, pues no hay acto que divida aquella misión, hacer felices a cada uno de los hijos que estuvieron en su predestinado vientre.

Y son grandes y benditas las manos de las madres en toda época y en todo lugar de la tierra, no importa si son negras, indias, amarillas o blancas, si son plebeyas o aristocráticas, o si sus voces son hablantes de lenguas que no sea la española. La dulzura y guía de las manos de una madre cruzan lo celestial.

Basta recordar las manos de una madre lavando la cara de su hijo, peinándole el cabello luego de recortarle las uñas y asear los oídos antes que asista a la escuela. Cuánta bondad y ternura afirma al repartir en horas tempranas el desayuno, que siendo un jarro de café y un pan llenan el estómago y el alma.

Y la madre es una poetisa que compone las más bellas estrofas cuando lava la ropa sucia y grasienta por los excesos de los juegos o por los desgastes en los trabajos de los hijos. Mujer que crea obras poéticas aunque no las escriba. Cómo no recordar el dulce de higos hecho con amor durante una noche entera, los pristiños, la espumilla, la fragancia del dulce de leche o cuando avienta el trigo para luego de molerlo amasar el inigualable pan de casa.

Uno de los oficios más sensitivos de una madre es aquel de remendar la ropa averiada en codos, cuellos o rodillas. Inigualable ocupación la de bordar tapetes que cubrirán muebles, equipos o que serán destinados a la ornamentación de esos rincones que se hacen palacetes con el solo detalle de sus labores.

Qué delicadeza y habilidad de las manos de una madre cuando en el delirio de crear resguardo para sus hijos, alarga el día y la noche dedicándose a tejer, acomodo realizado con las pies cruzados, sentada en la silla heredada de la abuela y flotando en el ambiente una canción que remonta a fechas felices, junto a ella el gato que encorva la espalda y enreda la lana. Figura eternal la de la madre disfrutando de las ideales agujetas.