Períodos políticos y fotografías vergonzantes

POR: Germánico Solis

En la comarca de lo mágico maravilloso, caminando por la calle y con aires de lideresa, una mujer empoderada de su valía y sus terminantes resultados políticos, contaba a manera de suceso su caminar que es historia familiar y ciudadana. Pregonaba que las fotografías que más felicidad le daban eran las del matrimonio de sus padres. De ella, las de la primera comunión y graduación de bachiller, muchas otras -manifestaba con incomodidad- son desagradables.

La exposición aumentaba: las fotografías que guardé con celo y orgullo, fueron aquellas cuando un político animó mis afinidades, fueron tomadas en esas campañas proselitistas que acostumbran los dirigentes, una figura política se retrató abrazándome y arengando que mí accionar encarnaba al pueblo. Más tarde los convencimientos políticos me involucraron, antes en el colegio representé a los estudiantes.

Luego que organizáramos centrales políticas en los barrios, marchas, ajetreos, propaganda, discursos, el candidato ganó las elecciones, es decir el cabildo. Llegué a cumplir algún nombramiento, mi sencillez me involucró más con el pueblo, nunca aproveché mi gestión para el envanecimiento o mareo, jamás llegué a las prácticas de la corrupción. Muchos compañeros cambiaron, eran despóticos, se juzgaban mayorales, siempre buscaron pingües beneficios que eran promediados.

Deduje, esta gente se organizó para perpetrar contravenciones y malversar. Hubo aduladores que en secreto cumplían disposiciones. Todo era pretexto para liar sobornos y derrocharlos. Trago y parranda. El cumpleaños del jefe era motivo para la consabida cuota y exigir a las compañeras, incalificables favores que no les concernían.

Hubo secuaces -en esas tragantonas- haciendo de saloneros, mujeres dando de comer en la boca a los ebrios y haciendo escupidera a la vajilla. Se practicó la degeneración, libertinaje, envilecimiento, desenfreno, maldad, unto, prevaricación, cohecho, adulo, la desvergüenza. Bajezas en las que los despreciables y las indignas posaban para las fotografías. Preferí –dijo la lideresa- la honra a ser trapo que friegue humores de tipejos y mujeres de poca estimación.