Varados en la Terminal Terrestre de Ibarra por el paro

ESPERA. Los migrantes están atentos a que se abran las vías para poder viajar.
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Ibarra

Cuando Ana Martínez se despierta, lo primero que intenta ver y abrazar y tocar es a su hija de dos años, Isabela. Quiere cerciorarse de que está saludable, integra. Su temor, dice, es porque duerme en la parte sur del Terminal Terrestre de Ibarra, desde el jueves 3 de octubre. Ahí, apegada a una puerta metálica, armó un colchón con cartones y utiliza como cobijas periódicos o toallas.

El paro nacional que inicio ese día le ha detenido. Menciona que quiere viajar para Chile pero, por el problema del bloqueo de vías, no puede salir de la provincia. Sin embargo, este dilema no es de ella, sino de varias personas que se han acomodado a su lado para pernoctar en similares condiciones. Son cerca de diez, pero dice que la cifra varía cada día. A veces llegan a dormir una docena o, en otras ocasiones, hasta 30 extranjeros.

Juan Carlos Ramírez, por ejemplo, llegó solo a descansar la noche del viernes y sábado. Dice que se quedó sin plata y ahora está pidiendo a la gente que le dé una colaboración para reunir para el pasaje. “Quiero irme para Esmeraldas. Yo soy colombiano y allá está mi familia. Voy para trabajar, pero aún no puedo ir porque por el paro me quedé atrapado aquí y se me terminó el dinero en estos días”.

Comida y aseo

Las personas varadas en la zona trasera del Terminal, la tarde del sábado, han colgado sus prendas lavadas en las mallas y alambradas cercanas. Medias, ropa interior y camisetas recibían los rayos del sol. Se secaban con las horas lentas del día.

Ramírez comenta que ellos pueden lavar sus prendas de vestir en los grifos de agua que quedan cerca del lugar. Ahí van cuando no hay gente para aprovechar enjabonado y enjuagando lo que se les ha ensuciado del día. “Nos toca lavar con jabón de ropa o de cuerpo. Con lo que se tenga ese instante porque las cosas escaseas”.

Sobre el alimento, dice que preparan agua con algún refresco en la mañana. Esa mezcla la sirven para todos los que han amanecido en el sitio. Y, si tienen un poco de dinero, compran pan o bizcochos.

“La gente se ha portado bien. A veces vienen incluso en camionetas y nos dejan algo de comida. Eso está bien porque saben que por los paros, nos hemos quedado atrapados aquí. Ojalá las cosas se resuelvan pronto para seguir con nuestro trayecto”. (PTEG)

Dato

Las puertas del Terminal los primeros días pasaron cerradas, pero ahora ya están abiertas y los locales brindan atención con normalidad.

Ibarra

Cuando Ana Martínez se despierta, lo primero que intenta ver y abrazar y tocar es a su hija de dos años, Isabela. Quiere cerciorarse de que está saludable, integra. Su temor, dice, es porque duerme en la parte sur del Terminal Terrestre de Ibarra, desde el jueves 3 de octubre. Ahí, apegada a una puerta metálica, armó un colchón con cartones y utiliza como cobijas periódicos o toallas.

El paro nacional que inicio ese día le ha detenido. Menciona que quiere viajar para Chile pero, por el problema del bloqueo de vías, no puede salir de la provincia. Sin embargo, este dilema no es de ella, sino de varias personas que se han acomodado a su lado para pernoctar en similares condiciones. Son cerca de diez, pero dice que la cifra varía cada día. A veces llegan a dormir una docena o, en otras ocasiones, hasta 30 extranjeros.

Juan Carlos Ramírez, por ejemplo, llegó solo a descansar la noche del viernes y sábado. Dice que se quedó sin plata y ahora está pidiendo a la gente que le dé una colaboración para reunir para el pasaje. “Quiero irme para Esmeraldas. Yo soy colombiano y allá está mi familia. Voy para trabajar, pero aún no puedo ir porque por el paro me quedé atrapado aquí y se me terminó el dinero en estos días”.

Comida y aseo

Las personas varadas en la zona trasera del Terminal, la tarde del sábado, han colgado sus prendas lavadas en las mallas y alambradas cercanas. Medias, ropa interior y camisetas recibían los rayos del sol. Se secaban con las horas lentas del día.

Ramírez comenta que ellos pueden lavar sus prendas de vestir en los grifos de agua que quedan cerca del lugar. Ahí van cuando no hay gente para aprovechar enjabonado y enjuagando lo que se les ha ensuciado del día. “Nos toca lavar con jabón de ropa o de cuerpo. Con lo que se tenga ese instante porque las cosas escaseas”.

Sobre el alimento, dice que preparan agua con algún refresco en la mañana. Esa mezcla la sirven para todos los que han amanecido en el sitio. Y, si tienen un poco de dinero, compran pan o bizcochos.

“La gente se ha portado bien. A veces vienen incluso en camionetas y nos dejan algo de comida. Eso está bien porque saben que por los paros, nos hemos quedado atrapados aquí. Ojalá las cosas se resuelvan pronto para seguir con nuestro trayecto”. (PTEG)

Dato

Las puertas del Terminal los primeros días pasaron cerradas, pero ahora ya están abiertas y los locales brindan atención con normalidad.

Ibarra

Cuando Ana Martínez se despierta, lo primero que intenta ver y abrazar y tocar es a su hija de dos años, Isabela. Quiere cerciorarse de que está saludable, integra. Su temor, dice, es porque duerme en la parte sur del Terminal Terrestre de Ibarra, desde el jueves 3 de octubre. Ahí, apegada a una puerta metálica, armó un colchón con cartones y utiliza como cobijas periódicos o toallas.

El paro nacional que inicio ese día le ha detenido. Menciona que quiere viajar para Chile pero, por el problema del bloqueo de vías, no puede salir de la provincia. Sin embargo, este dilema no es de ella, sino de varias personas que se han acomodado a su lado para pernoctar en similares condiciones. Son cerca de diez, pero dice que la cifra varía cada día. A veces llegan a dormir una docena o, en otras ocasiones, hasta 30 extranjeros.

Juan Carlos Ramírez, por ejemplo, llegó solo a descansar la noche del viernes y sábado. Dice que se quedó sin plata y ahora está pidiendo a la gente que le dé una colaboración para reunir para el pasaje. “Quiero irme para Esmeraldas. Yo soy colombiano y allá está mi familia. Voy para trabajar, pero aún no puedo ir porque por el paro me quedé atrapado aquí y se me terminó el dinero en estos días”.

Comida y aseo

Las personas varadas en la zona trasera del Terminal, la tarde del sábado, han colgado sus prendas lavadas en las mallas y alambradas cercanas. Medias, ropa interior y camisetas recibían los rayos del sol. Se secaban con las horas lentas del día.

Ramírez comenta que ellos pueden lavar sus prendas de vestir en los grifos de agua que quedan cerca del lugar. Ahí van cuando no hay gente para aprovechar enjabonado y enjuagando lo que se les ha ensuciado del día. “Nos toca lavar con jabón de ropa o de cuerpo. Con lo que se tenga ese instante porque las cosas escaseas”.

Sobre el alimento, dice que preparan agua con algún refresco en la mañana. Esa mezcla la sirven para todos los que han amanecido en el sitio. Y, si tienen un poco de dinero, compran pan o bizcochos.

“La gente se ha portado bien. A veces vienen incluso en camionetas y nos dejan algo de comida. Eso está bien porque saben que por los paros, nos hemos quedado atrapados aquí. Ojalá las cosas se resuelvan pronto para seguir con nuestro trayecto”. (PTEG)

Dato

Las puertas del Terminal los primeros días pasaron cerradas, pero ahora ya están abiertas y los locales brindan atención con normalidad.

Ibarra

Cuando Ana Martínez se despierta, lo primero que intenta ver y abrazar y tocar es a su hija de dos años, Isabela. Quiere cerciorarse de que está saludable, integra. Su temor, dice, es porque duerme en la parte sur del Terminal Terrestre de Ibarra, desde el jueves 3 de octubre. Ahí, apegada a una puerta metálica, armó un colchón con cartones y utiliza como cobijas periódicos o toallas.

El paro nacional que inicio ese día le ha detenido. Menciona que quiere viajar para Chile pero, por el problema del bloqueo de vías, no puede salir de la provincia. Sin embargo, este dilema no es de ella, sino de varias personas que se han acomodado a su lado para pernoctar en similares condiciones. Son cerca de diez, pero dice que la cifra varía cada día. A veces llegan a dormir una docena o, en otras ocasiones, hasta 30 extranjeros.

Juan Carlos Ramírez, por ejemplo, llegó solo a descansar la noche del viernes y sábado. Dice que se quedó sin plata y ahora está pidiendo a la gente que le dé una colaboración para reunir para el pasaje. “Quiero irme para Esmeraldas. Yo soy colombiano y allá está mi familia. Voy para trabajar, pero aún no puedo ir porque por el paro me quedé atrapado aquí y se me terminó el dinero en estos días”.

Comida y aseo

Las personas varadas en la zona trasera del Terminal, la tarde del sábado, han colgado sus prendas lavadas en las mallas y alambradas cercanas. Medias, ropa interior y camisetas recibían los rayos del sol. Se secaban con las horas lentas del día.

Ramírez comenta que ellos pueden lavar sus prendas de vestir en los grifos de agua que quedan cerca del lugar. Ahí van cuando no hay gente para aprovechar enjabonado y enjuagando lo que se les ha ensuciado del día. “Nos toca lavar con jabón de ropa o de cuerpo. Con lo que se tenga ese instante porque las cosas escaseas”.

Sobre el alimento, dice que preparan agua con algún refresco en la mañana. Esa mezcla la sirven para todos los que han amanecido en el sitio. Y, si tienen un poco de dinero, compran pan o bizcochos.

“La gente se ha portado bien. A veces vienen incluso en camionetas y nos dejan algo de comida. Eso está bien porque saben que por los paros, nos hemos quedado atrapados aquí. Ojalá las cosas se resuelvan pronto para seguir con nuestro trayecto”. (PTEG)

Dato

Las puertas del Terminal los primeros días pasaron cerradas, pero ahora ya están abiertas y los locales brindan atención con normalidad.