Alfredo Rodas Reyes el poeta sistemático

Don Alfredo era un hombre serio y discreto. Su formación de hogar y educación, la naturaleza de la profesión que desempeñó –era auditor y contador público- y su estilo personal, desarrollado a lo largo de toda su vida, contribuyeron para consolidar esa imagen que tenemos de él.

Alfredo Rodas fue ibarreño. Nació en esta ciudad en la segunda década del siglo XX, en 1912. En Ibarra inició su educación y la culminó en Quito, donde vivió la mayor parte de su vida. Realizó también estudios de especialización profesional en París. Pero nunca se desligó del todo de su lugar natal y su provincia, que fueron objeto de sus obras poéticas y de sus preocupaciones cívicas.

Fue uno de los destacados profesionales de la contabilidad en nuestro medio. Ejerció sus funciones en la Contraloría General del Estado y para las compañías nacionales e internacionales con solvencia. Pero la actividad que constituyó su verdadera vocación fue la literatura. Sus estudios superiores en Quito versaron sobre esta disciplina, en la que se graduó de profesor a nivel universitario. Incorporado a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, sirvió en la directiva de esa institución por años.

Rodas cultivó varios aspectos del trabajo literario. Escribió obras de crítica, ensayos de prosa y biografías. Pero quizá su mayor aporte sea la poesía, con siete libros que recogieron su producción, entre los que destacan ‘Orquestación’, ‘Del pasado’, ‘Desolación’ y ‘Refracciones’.

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Don Alfredo era un hombre serio y discreto. Su formación de hogar y educación, la naturaleza de la profesión que desempeñó –era auditor y contador público- y su estilo personal, desarrollado a lo largo de toda su vida, contribuyeron para consolidar esa imagen que tenemos de él.

Alfredo Rodas fue ibarreño. Nació en esta ciudad en la segunda década del siglo XX, en 1912. En Ibarra inició su educación y la culminó en Quito, donde vivió la mayor parte de su vida. Realizó también estudios de especialización profesional en París. Pero nunca se desligó del todo de su lugar natal y su provincia, que fueron objeto de sus obras poéticas y de sus preocupaciones cívicas.

Fue uno de los destacados profesionales de la contabilidad en nuestro medio. Ejerció sus funciones en la Contraloría General del Estado y para las compañías nacionales e internacionales con solvencia. Pero la actividad que constituyó su verdadera vocación fue la literatura. Sus estudios superiores en Quito versaron sobre esta disciplina, en la que se graduó de profesor a nivel universitario. Incorporado a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, sirvió en la directiva de esa institución por años.

Rodas cultivó varios aspectos del trabajo literario. Escribió obras de crítica, ensayos de prosa y biografías. Pero quizá su mayor aporte sea la poesía, con siete libros que recogieron su producción, entre los que destacan ‘Orquestación’, ‘Del pasado’, ‘Desolación’ y ‘Refracciones’.

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Don Alfredo era un hombre serio y discreto. Su formación de hogar y educación, la naturaleza de la profesión que desempeñó –era auditor y contador público- y su estilo personal, desarrollado a lo largo de toda su vida, contribuyeron para consolidar esa imagen que tenemos de él.

Alfredo Rodas fue ibarreño. Nació en esta ciudad en la segunda década del siglo XX, en 1912. En Ibarra inició su educación y la culminó en Quito, donde vivió la mayor parte de su vida. Realizó también estudios de especialización profesional en París. Pero nunca se desligó del todo de su lugar natal y su provincia, que fueron objeto de sus obras poéticas y de sus preocupaciones cívicas.

Fue uno de los destacados profesionales de la contabilidad en nuestro medio. Ejerció sus funciones en la Contraloría General del Estado y para las compañías nacionales e internacionales con solvencia. Pero la actividad que constituyó su verdadera vocación fue la literatura. Sus estudios superiores en Quito versaron sobre esta disciplina, en la que se graduó de profesor a nivel universitario. Incorporado a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, sirvió en la directiva de esa institución por años.

Rodas cultivó varios aspectos del trabajo literario. Escribió obras de crítica, ensayos de prosa y biografías. Pero quizá su mayor aporte sea la poesía, con siete libros que recogieron su producción, entre los que destacan ‘Orquestación’, ‘Del pasado’, ‘Desolación’ y ‘Refracciones’.

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Don Alfredo era un hombre serio y discreto. Su formación de hogar y educación, la naturaleza de la profesión que desempeñó –era auditor y contador público- y su estilo personal, desarrollado a lo largo de toda su vida, contribuyeron para consolidar esa imagen que tenemos de él.

Alfredo Rodas fue ibarreño. Nació en esta ciudad en la segunda década del siglo XX, en 1912. En Ibarra inició su educación y la culminó en Quito, donde vivió la mayor parte de su vida. Realizó también estudios de especialización profesional en París. Pero nunca se desligó del todo de su lugar natal y su provincia, que fueron objeto de sus obras poéticas y de sus preocupaciones cívicas.

Fue uno de los destacados profesionales de la contabilidad en nuestro medio. Ejerció sus funciones en la Contraloría General del Estado y para las compañías nacionales e internacionales con solvencia. Pero la actividad que constituyó su verdadera vocación fue la literatura. Sus estudios superiores en Quito versaron sobre esta disciplina, en la que se graduó de profesor a nivel universitario. Incorporado a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, sirvió en la directiva de esa institución por años.

Rodas cultivó varios aspectos del trabajo literario. Escribió obras de crítica, ensayos de prosa y biografías. Pero quizá su mayor aporte sea la poesía, con siete libros que recogieron su producción, entre los que destacan ‘Orquestación’, ‘Del pasado’, ‘Desolación’ y ‘Refracciones’.

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)