Torciendo la historia

POR: José Albuja Chaves

Cuando un pueblo, un conglomerado social, logra establecer su identidad cultural, es que ha logrado entender su pasado y columbrar su futuro, y habilitado se encuentra en trasmitir mensajes de su propio devenir existencial expresados en páginas que develan su historia. Son jornadas generacionales que caminan junto al tiempo a la manera de un hilo que impregna memoria colectiva, la misma que rota y se refleja casi como un signo infinitesimal.

Un colectivo social, entonces, tiene y debe tener guardianes de su historia, de sus hechos relevantes, de sus gestas, de sus triunfos y emancipaciones. Y allí demoran su acta de bautismo, su desarrollo primario, su cúspide y sus riesgos y flaquezas, en verdaderos libros y evidencias custodiados por sus líderes y organismos que vigilan sus aconteceres.

Ibarra es una ciudad de fundación española y avistada para un fin específico de unir pueblos y buscar salida al océano para conectarse con el Viejo Continente en la visión de intercambio comercial que genere riqueza y producción en sus propios iniciadores. Y acopia, desde luego, siglos de existencia con una blancura declarada en el alma y patrimonio de sus avecindados. Y tiene historia. Y guardia su propia historia.

Por ello enerva el despiste y complicidad que generan ciertos estamentos queriendo confundir información con falsedades. Así, por ejemplo, en el parque Pedro Moncayo aletean desde hace unos años unos execrables rótulos que tuercen la historia como desde el pescuezo, o como cadalso inquisitorio con su propia historia.

Dice un rótulo que este Parque se denomina así desde 1902, y que entre 1823 y el año citado se denominó “Independencia”. Vergüenza. Este Parque –Pedro Moncayo- tiene la denominación actual recién desde el 22 de febrero de 1930 mediante resolución de Concejo expresada en sus propias actas. El nombre de “Plaza de la Independencia” se fue perdiendo coloquialmente con los años hasta prevalecer el único de la actualidad.

La señora Alcaldesa debe disponer el inmediato retiro de semejante mamotreto y ordenar una investigación histórica, real y verídica, si se quiere informar a propios y extraños con la verdad, la historia en la mano, y la transparencia indispensables.

POR: José Albuja Chaves

Cuando un pueblo, un conglomerado social, logra establecer su identidad cultural, es que ha logrado entender su pasado y columbrar su futuro, y habilitado se encuentra en trasmitir mensajes de su propio devenir existencial expresados en páginas que develan su historia. Son jornadas generacionales que caminan junto al tiempo a la manera de un hilo que impregna memoria colectiva, la misma que rota y se refleja casi como un signo infinitesimal.

Un colectivo social, entonces, tiene y debe tener guardianes de su historia, de sus hechos relevantes, de sus gestas, de sus triunfos y emancipaciones. Y allí demoran su acta de bautismo, su desarrollo primario, su cúspide y sus riesgos y flaquezas, en verdaderos libros y evidencias custodiados por sus líderes y organismos que vigilan sus aconteceres.

Ibarra es una ciudad de fundación española y avistada para un fin específico de unir pueblos y buscar salida al océano para conectarse con el Viejo Continente en la visión de intercambio comercial que genere riqueza y producción en sus propios iniciadores. Y acopia, desde luego, siglos de existencia con una blancura declarada en el alma y patrimonio de sus avecindados. Y tiene historia. Y guardia su propia historia.

Por ello enerva el despiste y complicidad que generan ciertos estamentos queriendo confundir información con falsedades. Así, por ejemplo, en el parque Pedro Moncayo aletean desde hace unos años unos execrables rótulos que tuercen la historia como desde el pescuezo, o como cadalso inquisitorio con su propia historia.

Dice un rótulo que este Parque se denomina así desde 1902, y que entre 1823 y el año citado se denominó “Independencia”. Vergüenza. Este Parque –Pedro Moncayo- tiene la denominación actual recién desde el 22 de febrero de 1930 mediante resolución de Concejo expresada en sus propias actas. El nombre de “Plaza de la Independencia” se fue perdiendo coloquialmente con los años hasta prevalecer el único de la actualidad.

La señora Alcaldesa debe disponer el inmediato retiro de semejante mamotreto y ordenar una investigación histórica, real y verídica, si se quiere informar a propios y extraños con la verdad, la historia en la mano, y la transparencia indispensables.

POR: José Albuja Chaves

Cuando un pueblo, un conglomerado social, logra establecer su identidad cultural, es que ha logrado entender su pasado y columbrar su futuro, y habilitado se encuentra en trasmitir mensajes de su propio devenir existencial expresados en páginas que develan su historia. Son jornadas generacionales que caminan junto al tiempo a la manera de un hilo que impregna memoria colectiva, la misma que rota y se refleja casi como un signo infinitesimal.

Un colectivo social, entonces, tiene y debe tener guardianes de su historia, de sus hechos relevantes, de sus gestas, de sus triunfos y emancipaciones. Y allí demoran su acta de bautismo, su desarrollo primario, su cúspide y sus riesgos y flaquezas, en verdaderos libros y evidencias custodiados por sus líderes y organismos que vigilan sus aconteceres.

Ibarra es una ciudad de fundación española y avistada para un fin específico de unir pueblos y buscar salida al océano para conectarse con el Viejo Continente en la visión de intercambio comercial que genere riqueza y producción en sus propios iniciadores. Y acopia, desde luego, siglos de existencia con una blancura declarada en el alma y patrimonio de sus avecindados. Y tiene historia. Y guardia su propia historia.

Por ello enerva el despiste y complicidad que generan ciertos estamentos queriendo confundir información con falsedades. Así, por ejemplo, en el parque Pedro Moncayo aletean desde hace unos años unos execrables rótulos que tuercen la historia como desde el pescuezo, o como cadalso inquisitorio con su propia historia.

Dice un rótulo que este Parque se denomina así desde 1902, y que entre 1823 y el año citado se denominó “Independencia”. Vergüenza. Este Parque –Pedro Moncayo- tiene la denominación actual recién desde el 22 de febrero de 1930 mediante resolución de Concejo expresada en sus propias actas. El nombre de “Plaza de la Independencia” se fue perdiendo coloquialmente con los años hasta prevalecer el único de la actualidad.

La señora Alcaldesa debe disponer el inmediato retiro de semejante mamotreto y ordenar una investigación histórica, real y verídica, si se quiere informar a propios y extraños con la verdad, la historia en la mano, y la transparencia indispensables.

POR: José Albuja Chaves

Cuando un pueblo, un conglomerado social, logra establecer su identidad cultural, es que ha logrado entender su pasado y columbrar su futuro, y habilitado se encuentra en trasmitir mensajes de su propio devenir existencial expresados en páginas que develan su historia. Son jornadas generacionales que caminan junto al tiempo a la manera de un hilo que impregna memoria colectiva, la misma que rota y se refleja casi como un signo infinitesimal.

Un colectivo social, entonces, tiene y debe tener guardianes de su historia, de sus hechos relevantes, de sus gestas, de sus triunfos y emancipaciones. Y allí demoran su acta de bautismo, su desarrollo primario, su cúspide y sus riesgos y flaquezas, en verdaderos libros y evidencias custodiados por sus líderes y organismos que vigilan sus aconteceres.

Ibarra es una ciudad de fundación española y avistada para un fin específico de unir pueblos y buscar salida al océano para conectarse con el Viejo Continente en la visión de intercambio comercial que genere riqueza y producción en sus propios iniciadores. Y acopia, desde luego, siglos de existencia con una blancura declarada en el alma y patrimonio de sus avecindados. Y tiene historia. Y guardia su propia historia.

Por ello enerva el despiste y complicidad que generan ciertos estamentos queriendo confundir información con falsedades. Así, por ejemplo, en el parque Pedro Moncayo aletean desde hace unos años unos execrables rótulos que tuercen la historia como desde el pescuezo, o como cadalso inquisitorio con su propia historia.

Dice un rótulo que este Parque se denomina así desde 1902, y que entre 1823 y el año citado se denominó “Independencia”. Vergüenza. Este Parque –Pedro Moncayo- tiene la denominación actual recién desde el 22 de febrero de 1930 mediante resolución de Concejo expresada en sus propias actas. El nombre de “Plaza de la Independencia” se fue perdiendo coloquialmente con los años hasta prevalecer el único de la actualidad.

La señora Alcaldesa debe disponer el inmediato retiro de semejante mamotreto y ordenar una investigación histórica, real y verídica, si se quiere informar a propios y extraños con la verdad, la historia en la mano, y la transparencia indispensables.