Pepe Tobar Recuerdo de un gran señor

Los ibarreños conocimos bien a José Tobar Tobar. Había nacido en la ciudad capital imbabureña en el seno de una familia tradicional. Su niñez y juventud transcurrieron en Ibarra y desde entonces sus más grandes esfuerzos se orientaron a buscar lo mejor para ella. No es por ello extraño que se reconozca su contribución generosa a la vida común.

Pepe Tobar ejerció la función pública en varias oportunidades, cuando muy joven se desempeñó como alcalde de Ibarra, hasta que un golpe dictatorial lo separó del cargo. Había sido previamente concejal y fue luego electo diputado, aunque no pudo ejercer esa función porque una nueva dictadura clausuró el congreso.

Pero su labor más importante la desempeñó como promotor desde su actividad privada. Tobar fue el eje de un puñado de quijotes agrupados en el Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI), que inició la obra del autódromo de Yahuarcocha que ahora lleva su nombre y constituye una pieza fundamental de la infraestructura turística de la provincia y el país.

Asimismo, por años presidió la Asociación de Imbabureños Residentes en Quito, cumpliendo una agradable, aunque sacrificada, tarea de embajador de los chagras en la capital. Pepe Tobar tenía el don de hacer de lo cotidiano un vínculo de unidad.

Enero, 1994

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Los ibarreños conocimos bien a José Tobar Tobar. Había nacido en la ciudad capital imbabureña en el seno de una familia tradicional. Su niñez y juventud transcurrieron en Ibarra y desde entonces sus más grandes esfuerzos se orientaron a buscar lo mejor para ella. No es por ello extraño que se reconozca su contribución generosa a la vida común.

Pepe Tobar ejerció la función pública en varias oportunidades, cuando muy joven se desempeñó como alcalde de Ibarra, hasta que un golpe dictatorial lo separó del cargo. Había sido previamente concejal y fue luego electo diputado, aunque no pudo ejercer esa función porque una nueva dictadura clausuró el congreso.

Pero su labor más importante la desempeñó como promotor desde su actividad privada. Tobar fue el eje de un puñado de quijotes agrupados en el Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI), que inició la obra del autódromo de Yahuarcocha que ahora lleva su nombre y constituye una pieza fundamental de la infraestructura turística de la provincia y el país.

Asimismo, por años presidió la Asociación de Imbabureños Residentes en Quito, cumpliendo una agradable, aunque sacrificada, tarea de embajador de los chagras en la capital. Pepe Tobar tenía el don de hacer de lo cotidiano un vínculo de unidad.

Enero, 1994

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Los ibarreños conocimos bien a José Tobar Tobar. Había nacido en la ciudad capital imbabureña en el seno de una familia tradicional. Su niñez y juventud transcurrieron en Ibarra y desde entonces sus más grandes esfuerzos se orientaron a buscar lo mejor para ella. No es por ello extraño que se reconozca su contribución generosa a la vida común.

Pepe Tobar ejerció la función pública en varias oportunidades, cuando muy joven se desempeñó como alcalde de Ibarra, hasta que un golpe dictatorial lo separó del cargo. Había sido previamente concejal y fue luego electo diputado, aunque no pudo ejercer esa función porque una nueva dictadura clausuró el congreso.

Pero su labor más importante la desempeñó como promotor desde su actividad privada. Tobar fue el eje de un puñado de quijotes agrupados en el Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI), que inició la obra del autódromo de Yahuarcocha que ahora lleva su nombre y constituye una pieza fundamental de la infraestructura turística de la provincia y el país.

Asimismo, por años presidió la Asociación de Imbabureños Residentes en Quito, cumpliendo una agradable, aunque sacrificada, tarea de embajador de los chagras en la capital. Pepe Tobar tenía el don de hacer de lo cotidiano un vínculo de unidad.

Enero, 1994

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)

Los ibarreños conocimos bien a José Tobar Tobar. Había nacido en la ciudad capital imbabureña en el seno de una familia tradicional. Su niñez y juventud transcurrieron en Ibarra y desde entonces sus más grandes esfuerzos se orientaron a buscar lo mejor para ella. No es por ello extraño que se reconozca su contribución generosa a la vida común.

Pepe Tobar ejerció la función pública en varias oportunidades, cuando muy joven se desempeñó como alcalde de Ibarra, hasta que un golpe dictatorial lo separó del cargo. Había sido previamente concejal y fue luego electo diputado, aunque no pudo ejercer esa función porque una nueva dictadura clausuró el congreso.

Pero su labor más importante la desempeñó como promotor desde su actividad privada. Tobar fue el eje de un puñado de quijotes agrupados en el Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI), que inició la obra del autódromo de Yahuarcocha que ahora lleva su nombre y constituye una pieza fundamental de la infraestructura turística de la provincia y el país.

Asimismo, por años presidió la Asociación de Imbabureños Residentes en Quito, cumpliendo una agradable, aunque sacrificada, tarea de embajador de los chagras en la capital. Pepe Tobar tenía el don de hacer de lo cotidiano un vínculo de unidad.

Enero, 1994

(Resumen del texto extraído de ‘Gente de Imbabura’, de Enrique Ayala Mora)