El monedero de un hombre bueno

Por: Pablo Rosero Rivadeneira

El 4 de mayo de 1897, a golpes de hacha, tropas liberales penetraron en la Capilla del Colegio San Felipe de Riobamba. Execraron los vasos sagrados, pisotearon las hostias consagradas y, en un macabro epílogo, asesinaron al Padre Rector, Emilio Moscoso, S.J. Ese mismo día, las autoridades liberales despacharon un telegrama a Quito en el que se decía que el P. Moscoso había muerto combatiendo con el fusil al hombro.   Desde luego, esto no era verdad. Más tarde se comprobó que los asesinos alteraron la escena del crimen.

Empero, muchos liberales no estaban de acuerdo con la política anticlerical del régimen. Entre ellos se encontraba el ibarreño Timoleón Pasquel Monge quien, años más tarde, relataría bajo juramento algunos detalles de ese aciago día a su hermano -el entonces Deán y futuro obispo de Ibarra- Alejandro Pasquel Monge.

Timoleón declaró que no participó en el asesinato y lamentó haber llegado tarde para impedirlo. Aseguró que, al ingresar al aposento donde fue victimado el P. Moscoso, encontró tirado en el suelo un monedero de alambre que contenía una diminuta funda con reliquias y un pedazo de tela con esta inscripción: “Medida exacta del pie de la Santísima Virgen”. Este monedero lo entregó a su hermano, el deán Pasquel, quien moriría, siendo obispo, en 1934.

No sabemos qué pasó con esta mínima reliquia en los años siguientes.  De hecho, de no ser por una carta dirigida al P. Manuel Reyes, rector del Colegio San Felipe en 1919, esta historia jamás hubiera sido conocida.   Por fortuna, esa carta se recopiló en el voluminoso tomo de testimonios publicado sobre la vida y figura del P. Moscoso. Esos testimonios dan cuenta de un hombre bueno victimado en el furor del fundamentalismo político. El 16 de noviembre de 2019 esta víctima inocente fue beatificada en Riobamba. El título de “Mártir de la Eucaristía” le hace justicia.