Un dislate más

POR: Mariana Guzmán Villena

Nuestra Ministra de Gobierno anunció por los medios de comunicación que se finiquitará un contrato que el gobierno anterior ecuatoriano suscribió con autoridades cubanas, siendo el objeto del mismo la contratación por parte de nuestro Estado de cientos de médicos procedentes del país isleño para que laboren en diferentes áreas de la salud, a quienes se les determinó una alta remuneración, muchos de ellos ostentando la calidad de diplomáticos y su pasaporte era de similar condición, es decir manteniendo un estatus envidiable, que muchos de nuestros compatriotas residiendo en el extranjero y con méritos sobrados no son dignos de este trato especialísimo. Pero lo que se detalla quizá es la forma de este tema, pues el fondo va más allá.

Según comentaba un galeno de la ciudad de Quito en un canal de TV que le entrevistaba, del sueldo que percibían los médicos cubanos por parte del gobierno del Ecuador, solo recibían el 40% y el 60% se enviaba al gobierno cubano. Espontáneamente cabe exclamar “Que atrocidad”. Agregaba el médico consultado que prácticamente constituía una “trata” de profesionales; además que esta inconsulta decisión del ex presidente había provocado dejar en la desocupación a muchos cirujanos coterráneos, pues lo que se requería de profesionales para laborar en varias plazas inherentes a tal servicio eran lógicamente preferidos los especialistas cubanos. De lo dicho es simple deducir en el sentido de que se desplazaba a profesionales nacionales, muchos de ellos con especialidades cursadas en el exterior, con suficiente experiencia para ser aptos de desempeñarse como profesionales de alta calidad, trastocando el repetitivo lema que proclamaba el gobierno de la década pasada de preferir lo nuestro.

Es importante aclarar que un profesional cualquiera sea su título y por motivos de familia, de salud y hasta laboral deben emigrar al extranjero y legítimamente optar por un trabajo para su supervivencia y en casos, de su familia. Pero las situaciones son diferentes, aquel arriba al país destinado como un emigrante cualquiera sin ninguna clase de privilegios y debe sujetarse a las normas competentes quizá para acceder a un empleo que no está acorde a su sapiencia y experiencia. Pero lo acepta con humildad. Expongo esto último pues no han faltado varias quejas que ciertos médicos extranjeros atendían con cierta prepotencia, en vez de agradecer a través de un comportamiento humano, que en ellos debe ser más relevante, haber sido acogidos en un país generoso como el nuestro.

Si bien todos merecemos ser respetados, ecuatorianos y extranjeros por así exigir nuestra Constitución, debemos tener muy claro el sentido de recíproco aprecio y gratitud.

POR: Mariana Guzmán Villena

Nuestra Ministra de Gobierno anunció por los medios de comunicación que se finiquitará un contrato que el gobierno anterior ecuatoriano suscribió con autoridades cubanas, siendo el objeto del mismo la contratación por parte de nuestro Estado de cientos de médicos procedentes del país isleño para que laboren en diferentes áreas de la salud, a quienes se les determinó una alta remuneración, muchos de ellos ostentando la calidad de diplomáticos y su pasaporte era de similar condición, es decir manteniendo un estatus envidiable, que muchos de nuestros compatriotas residiendo en el extranjero y con méritos sobrados no son dignos de este trato especialísimo. Pero lo que se detalla quizá es la forma de este tema, pues el fondo va más allá.

Según comentaba un galeno de la ciudad de Quito en un canal de TV que le entrevistaba, del sueldo que percibían los médicos cubanos por parte del gobierno del Ecuador, solo recibían el 40% y el 60% se enviaba al gobierno cubano. Espontáneamente cabe exclamar “Que atrocidad”. Agregaba el médico consultado que prácticamente constituía una “trata” de profesionales; además que esta inconsulta decisión del ex presidente había provocado dejar en la desocupación a muchos cirujanos coterráneos, pues lo que se requería de profesionales para laborar en varias plazas inherentes a tal servicio eran lógicamente preferidos los especialistas cubanos. De lo dicho es simple deducir en el sentido de que se desplazaba a profesionales nacionales, muchos de ellos con especialidades cursadas en el exterior, con suficiente experiencia para ser aptos de desempeñarse como profesionales de alta calidad, trastocando el repetitivo lema que proclamaba el gobierno de la década pasada de preferir lo nuestro.

Es importante aclarar que un profesional cualquiera sea su título y por motivos de familia, de salud y hasta laboral deben emigrar al extranjero y legítimamente optar por un trabajo para su supervivencia y en casos, de su familia. Pero las situaciones son diferentes, aquel arriba al país destinado como un emigrante cualquiera sin ninguna clase de privilegios y debe sujetarse a las normas competentes quizá para acceder a un empleo que no está acorde a su sapiencia y experiencia. Pero lo acepta con humildad. Expongo esto último pues no han faltado varias quejas que ciertos médicos extranjeros atendían con cierta prepotencia, en vez de agradecer a través de un comportamiento humano, que en ellos debe ser más relevante, haber sido acogidos en un país generoso como el nuestro.

Si bien todos merecemos ser respetados, ecuatorianos y extranjeros por así exigir nuestra Constitución, debemos tener muy claro el sentido de recíproco aprecio y gratitud.

POR: Mariana Guzmán Villena

Nuestra Ministra de Gobierno anunció por los medios de comunicación que se finiquitará un contrato que el gobierno anterior ecuatoriano suscribió con autoridades cubanas, siendo el objeto del mismo la contratación por parte de nuestro Estado de cientos de médicos procedentes del país isleño para que laboren en diferentes áreas de la salud, a quienes se les determinó una alta remuneración, muchos de ellos ostentando la calidad de diplomáticos y su pasaporte era de similar condición, es decir manteniendo un estatus envidiable, que muchos de nuestros compatriotas residiendo en el extranjero y con méritos sobrados no son dignos de este trato especialísimo. Pero lo que se detalla quizá es la forma de este tema, pues el fondo va más allá.

Según comentaba un galeno de la ciudad de Quito en un canal de TV que le entrevistaba, del sueldo que percibían los médicos cubanos por parte del gobierno del Ecuador, solo recibían el 40% y el 60% se enviaba al gobierno cubano. Espontáneamente cabe exclamar “Que atrocidad”. Agregaba el médico consultado que prácticamente constituía una “trata” de profesionales; además que esta inconsulta decisión del ex presidente había provocado dejar en la desocupación a muchos cirujanos coterráneos, pues lo que se requería de profesionales para laborar en varias plazas inherentes a tal servicio eran lógicamente preferidos los especialistas cubanos. De lo dicho es simple deducir en el sentido de que se desplazaba a profesionales nacionales, muchos de ellos con especialidades cursadas en el exterior, con suficiente experiencia para ser aptos de desempeñarse como profesionales de alta calidad, trastocando el repetitivo lema que proclamaba el gobierno de la década pasada de preferir lo nuestro.

Es importante aclarar que un profesional cualquiera sea su título y por motivos de familia, de salud y hasta laboral deben emigrar al extranjero y legítimamente optar por un trabajo para su supervivencia y en casos, de su familia. Pero las situaciones son diferentes, aquel arriba al país destinado como un emigrante cualquiera sin ninguna clase de privilegios y debe sujetarse a las normas competentes quizá para acceder a un empleo que no está acorde a su sapiencia y experiencia. Pero lo acepta con humildad. Expongo esto último pues no han faltado varias quejas que ciertos médicos extranjeros atendían con cierta prepotencia, en vez de agradecer a través de un comportamiento humano, que en ellos debe ser más relevante, haber sido acogidos en un país generoso como el nuestro.

Si bien todos merecemos ser respetados, ecuatorianos y extranjeros por así exigir nuestra Constitución, debemos tener muy claro el sentido de recíproco aprecio y gratitud.

POR: Mariana Guzmán Villena

Nuestra Ministra de Gobierno anunció por los medios de comunicación que se finiquitará un contrato que el gobierno anterior ecuatoriano suscribió con autoridades cubanas, siendo el objeto del mismo la contratación por parte de nuestro Estado de cientos de médicos procedentes del país isleño para que laboren en diferentes áreas de la salud, a quienes se les determinó una alta remuneración, muchos de ellos ostentando la calidad de diplomáticos y su pasaporte era de similar condición, es decir manteniendo un estatus envidiable, que muchos de nuestros compatriotas residiendo en el extranjero y con méritos sobrados no son dignos de este trato especialísimo. Pero lo que se detalla quizá es la forma de este tema, pues el fondo va más allá.

Según comentaba un galeno de la ciudad de Quito en un canal de TV que le entrevistaba, del sueldo que percibían los médicos cubanos por parte del gobierno del Ecuador, solo recibían el 40% y el 60% se enviaba al gobierno cubano. Espontáneamente cabe exclamar “Que atrocidad”. Agregaba el médico consultado que prácticamente constituía una “trata” de profesionales; además que esta inconsulta decisión del ex presidente había provocado dejar en la desocupación a muchos cirujanos coterráneos, pues lo que se requería de profesionales para laborar en varias plazas inherentes a tal servicio eran lógicamente preferidos los especialistas cubanos. De lo dicho es simple deducir en el sentido de que se desplazaba a profesionales nacionales, muchos de ellos con especialidades cursadas en el exterior, con suficiente experiencia para ser aptos de desempeñarse como profesionales de alta calidad, trastocando el repetitivo lema que proclamaba el gobierno de la década pasada de preferir lo nuestro.

Es importante aclarar que un profesional cualquiera sea su título y por motivos de familia, de salud y hasta laboral deben emigrar al extranjero y legítimamente optar por un trabajo para su supervivencia y en casos, de su familia. Pero las situaciones son diferentes, aquel arriba al país destinado como un emigrante cualquiera sin ninguna clase de privilegios y debe sujetarse a las normas competentes quizá para acceder a un empleo que no está acorde a su sapiencia y experiencia. Pero lo acepta con humildad. Expongo esto último pues no han faltado varias quejas que ciertos médicos extranjeros atendían con cierta prepotencia, en vez de agradecer a través de un comportamiento humano, que en ellos debe ser más relevante, haber sido acogidos en un país generoso como el nuestro.

Si bien todos merecemos ser respetados, ecuatorianos y extranjeros por así exigir nuestra Constitución, debemos tener muy claro el sentido de recíproco aprecio y gratitud.