Valorar la democracia

POR: Ramiro Ruiz R.

Las democracias de algunos países están sacudidas de indignación con protestas, invasión del populismo y fastidio. La protesta forma parte de la naturaleza de la democracia y es legítima. En estos últimos meses ningún político sospechó la explosión de mítines en Beirut, París, Barcelona, Quito, Santiago de Chile, Hong Kong. Funcionaron la extrema derecha y el populismo en sus distintas versiones en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España.

Decía Lula da Silva: “La democracia no es un pacto de silencio. Es una sociedad en movimiento que busca consolidar sus conquistas sociales y mejorar la vida de todas las personas que viven en un país”. Sin embargo, en Brasil se agravó el desempleo y aumentó la pobreza y, más todavía, infectó de corrupción a otros países.

Con relación a la alternancia, el mejor modelo es el de Brasil. El presidente puede reelegirse una vez, punto. No necesita dos. El cambio de Gobierno es importante. No sólo la alternancia, sino la restitución de la educación y el sentido común. Las personas necesitan aprender a convivir democráticamente en la adversidad.

En Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, mucha gente vive con poco dinero y los Gobiernos no proponen políticas de desarrollo. Esta situación crea y acumula insatisfacciones. Ciertamente por estas razones empezaron las manifestaciones.

En América Latina la democracia debe vivir más y en mejores condiciones construyendo instituciones sólidas. Un país no va a ningún lado con un golpe cada 10 o 15 años. La violencia llegó a Chile a niveles inéditos y el mundo político no alcanza consensos para encontrar una salida.

No es posible lo que acaba de ocurrir en Bolivia. Evo Morales fue el presidente más veterano de Bolivia, consiguió el mayor crecimiento de la región. ¿Por qué el golpe? ¿Por las reelecciones amañadas y la corrupción?

En Ecuador, la construcción de carreteras, aulas, edificios inteligentes no solucionaron las desigualdades. Sostener o aumentar el gasto social no es suficiente para que la riqueza llegue a los pobres. La política del gasto creó ganancia de ciertos grupos económicos en las aéreas sociales de inversión pública, constructoras, farmacéuticas, grandes hospitales y clínicas privadas, etc.

Esta realidad pone en evidencia que desde el Estado dirigido por la “revolución ciudadana” asfixiaron diez años el descontento. Controlaron a la sociedad y defendieron la riqueza de los viejos y nuevos ricos.

La inseguridad social es una de los mayores problemas de la población latinoamericana, que desconfía de la capacidad del Estado para proteger.

Pero se suma la corrupción que debilita la unidad de la población. La desigualdad, inseguridad y corrupción impiden mantener la democracia sólida y efectiva.

POR: Ramiro Ruiz R.

Las democracias de algunos países están sacudidas de indignación con protestas, invasión del populismo y fastidio. La protesta forma parte de la naturaleza de la democracia y es legítima. En estos últimos meses ningún político sospechó la explosión de mítines en Beirut, París, Barcelona, Quito, Santiago de Chile, Hong Kong. Funcionaron la extrema derecha y el populismo en sus distintas versiones en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España.

Decía Lula da Silva: “La democracia no es un pacto de silencio. Es una sociedad en movimiento que busca consolidar sus conquistas sociales y mejorar la vida de todas las personas que viven en un país”. Sin embargo, en Brasil se agravó el desempleo y aumentó la pobreza y, más todavía, infectó de corrupción a otros países.

Con relación a la alternancia, el mejor modelo es el de Brasil. El presidente puede reelegirse una vez, punto. No necesita dos. El cambio de Gobierno es importante. No sólo la alternancia, sino la restitución de la educación y el sentido común. Las personas necesitan aprender a convivir democráticamente en la adversidad.

En Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, mucha gente vive con poco dinero y los Gobiernos no proponen políticas de desarrollo. Esta situación crea y acumula insatisfacciones. Ciertamente por estas razones empezaron las manifestaciones.

En América Latina la democracia debe vivir más y en mejores condiciones construyendo instituciones sólidas. Un país no va a ningún lado con un golpe cada 10 o 15 años. La violencia llegó a Chile a niveles inéditos y el mundo político no alcanza consensos para encontrar una salida.

No es posible lo que acaba de ocurrir en Bolivia. Evo Morales fue el presidente más veterano de Bolivia, consiguió el mayor crecimiento de la región. ¿Por qué el golpe? ¿Por las reelecciones amañadas y la corrupción?

En Ecuador, la construcción de carreteras, aulas, edificios inteligentes no solucionaron las desigualdades. Sostener o aumentar el gasto social no es suficiente para que la riqueza llegue a los pobres. La política del gasto creó ganancia de ciertos grupos económicos en las aéreas sociales de inversión pública, constructoras, farmacéuticas, grandes hospitales y clínicas privadas, etc.

Esta realidad pone en evidencia que desde el Estado dirigido por la “revolución ciudadana” asfixiaron diez años el descontento. Controlaron a la sociedad y defendieron la riqueza de los viejos y nuevos ricos.

La inseguridad social es una de los mayores problemas de la población latinoamericana, que desconfía de la capacidad del Estado para proteger.

Pero se suma la corrupción que debilita la unidad de la población. La desigualdad, inseguridad y corrupción impiden mantener la democracia sólida y efectiva.

POR: Ramiro Ruiz R.

Las democracias de algunos países están sacudidas de indignación con protestas, invasión del populismo y fastidio. La protesta forma parte de la naturaleza de la democracia y es legítima. En estos últimos meses ningún político sospechó la explosión de mítines en Beirut, París, Barcelona, Quito, Santiago de Chile, Hong Kong. Funcionaron la extrema derecha y el populismo en sus distintas versiones en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España.

Decía Lula da Silva: “La democracia no es un pacto de silencio. Es una sociedad en movimiento que busca consolidar sus conquistas sociales y mejorar la vida de todas las personas que viven en un país”. Sin embargo, en Brasil se agravó el desempleo y aumentó la pobreza y, más todavía, infectó de corrupción a otros países.

Con relación a la alternancia, el mejor modelo es el de Brasil. El presidente puede reelegirse una vez, punto. No necesita dos. El cambio de Gobierno es importante. No sólo la alternancia, sino la restitución de la educación y el sentido común. Las personas necesitan aprender a convivir democráticamente en la adversidad.

En Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, mucha gente vive con poco dinero y los Gobiernos no proponen políticas de desarrollo. Esta situación crea y acumula insatisfacciones. Ciertamente por estas razones empezaron las manifestaciones.

En América Latina la democracia debe vivir más y en mejores condiciones construyendo instituciones sólidas. Un país no va a ningún lado con un golpe cada 10 o 15 años. La violencia llegó a Chile a niveles inéditos y el mundo político no alcanza consensos para encontrar una salida.

No es posible lo que acaba de ocurrir en Bolivia. Evo Morales fue el presidente más veterano de Bolivia, consiguió el mayor crecimiento de la región. ¿Por qué el golpe? ¿Por las reelecciones amañadas y la corrupción?

En Ecuador, la construcción de carreteras, aulas, edificios inteligentes no solucionaron las desigualdades. Sostener o aumentar el gasto social no es suficiente para que la riqueza llegue a los pobres. La política del gasto creó ganancia de ciertos grupos económicos en las aéreas sociales de inversión pública, constructoras, farmacéuticas, grandes hospitales y clínicas privadas, etc.

Esta realidad pone en evidencia que desde el Estado dirigido por la “revolución ciudadana” asfixiaron diez años el descontento. Controlaron a la sociedad y defendieron la riqueza de los viejos y nuevos ricos.

La inseguridad social es una de los mayores problemas de la población latinoamericana, que desconfía de la capacidad del Estado para proteger.

Pero se suma la corrupción que debilita la unidad de la población. La desigualdad, inseguridad y corrupción impiden mantener la democracia sólida y efectiva.

POR: Ramiro Ruiz R.

Las democracias de algunos países están sacudidas de indignación con protestas, invasión del populismo y fastidio. La protesta forma parte de la naturaleza de la democracia y es legítima. En estos últimos meses ningún político sospechó la explosión de mítines en Beirut, París, Barcelona, Quito, Santiago de Chile, Hong Kong. Funcionaron la extrema derecha y el populismo en sus distintas versiones en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España.

Decía Lula da Silva: “La democracia no es un pacto de silencio. Es una sociedad en movimiento que busca consolidar sus conquistas sociales y mejorar la vida de todas las personas que viven en un país”. Sin embargo, en Brasil se agravó el desempleo y aumentó la pobreza y, más todavía, infectó de corrupción a otros países.

Con relación a la alternancia, el mejor modelo es el de Brasil. El presidente puede reelegirse una vez, punto. No necesita dos. El cambio de Gobierno es importante. No sólo la alternancia, sino la restitución de la educación y el sentido común. Las personas necesitan aprender a convivir democráticamente en la adversidad.

En Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, mucha gente vive con poco dinero y los Gobiernos no proponen políticas de desarrollo. Esta situación crea y acumula insatisfacciones. Ciertamente por estas razones empezaron las manifestaciones.

En América Latina la democracia debe vivir más y en mejores condiciones construyendo instituciones sólidas. Un país no va a ningún lado con un golpe cada 10 o 15 años. La violencia llegó a Chile a niveles inéditos y el mundo político no alcanza consensos para encontrar una salida.

No es posible lo que acaba de ocurrir en Bolivia. Evo Morales fue el presidente más veterano de Bolivia, consiguió el mayor crecimiento de la región. ¿Por qué el golpe? ¿Por las reelecciones amañadas y la corrupción?

En Ecuador, la construcción de carreteras, aulas, edificios inteligentes no solucionaron las desigualdades. Sostener o aumentar el gasto social no es suficiente para que la riqueza llegue a los pobres. La política del gasto creó ganancia de ciertos grupos económicos en las aéreas sociales de inversión pública, constructoras, farmacéuticas, grandes hospitales y clínicas privadas, etc.

Esta realidad pone en evidencia que desde el Estado dirigido por la “revolución ciudadana” asfixiaron diez años el descontento. Controlaron a la sociedad y defendieron la riqueza de los viejos y nuevos ricos.

La inseguridad social es una de los mayores problemas de la población latinoamericana, que desconfía de la capacidad del Estado para proteger.

Pero se suma la corrupción que debilita la unidad de la población. La desigualdad, inseguridad y corrupción impiden mantener la democracia sólida y efectiva.