Se inicia el período electoral y los partidos políticos y colectivos sociales se aprestan a exhibir los cuadros de sus candidatos a las diferentes dignidades seccionales que serán elegidas por la ciudadanía para los próximos cinco años y de cuyo cuidadoso y responsable escrutinio depende la suerte de la comunidad.
Por lo tanto este acto democrático inscrito en la Constitución de la República, es la oportunidad de escoger las mejores opciones personales, los planes programas y proyectos sociales, económicos y políticos para ejercer los cargos a los que han sido postulados.
Alguien dijo. “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” y esta es una verdad incontrovertible, por lo tanto es un acto de suprema responsabilidad de los electores. La soberanía popular está en las urnas, después será un caso juzgado que todos debemos aceptar, este es el juego de la democracia. Pensemos que no debemos equivocarnos una vez más.
En lo que respecta a los postulantes, esos ciudadanos deben estar imbuidos por las más esclarecidas intenciones y propósitos después de un profundo examen de conciencia en el que se establece la verdaderas motivaciones, en el que se aquilatan con honradez las potencialidades individuales necesarias para ejercer con probidad, claridad y eficacia las tareas y responsabilidades que estarán obligados a cumplir.
Las propuestas de los planes de gobierno deberán ser objetivas y aplicables y no un instrumento electorero y compendio demagógico. Deberán responder a la solución de los problemas que afectan al desarrollo colectivo. Deberá ser la ruta previamente trazada para ejercer una gerencia social bien concebida y practicada.
Definitivamente, es la ocasión de mirar hacia el futuro, de escribir nuevas páginas de la historia citadina en el que nuestro pueblo alcance sus más caras aspiraciones: seamos respetuosos y positivos.