Evaluaciones famosas

POR: Ramiro Ruiz R.

¿Por qué tanta bulla por las evaluaciones “Ser Bachiller”? No sólo fallan las evaluaciones, sino el sistema educativo. Ahí está la debilidad. Una ex ministra de educación de la década descompuesta, viajó a algunos países a conseguir sistemas educativos, llegó y entregó a los expertos. Ellos hicieron un licuado de esos métodos y aquí estamos. Desde aquellos tiempos acá ningún gobierno, y peor los ministros de esa cartera, han evaluado el sistema actual que es el espejo nítido de la burocracia inservible. Las autoridades educativas parecen de un país ajeno.

En la actualidad tenemos estudiantes que no saben por qué nuestro país lleva o el nombre de “Ecuador”, y quién lo bautizó con aquella palabra que representa una línea imaginaria. O simplemente lugares y fechas de la fundación de la ciudad de Quito, y el significado del nombre. Y así, temas de geografía, historia, literatura, matemática y asignaturas de las ciencias, lenguaje, etc.

Los jóvenes han perdido el entusiasmo por el aprendizaje. No les interesa conocer quiénes son. Este es el primer desafío para amarse. Cuando sepan quienes son, la autoestima y la aceptación será inmediata y seguirán por el camino del perfeccionamiento mental.

No es saludable revolver el pasado. Pero es necesario recoger las lecciones. Recuerdo que en el colegio particular nos evaluaban los conocimientos cada mes. La secretaría publicaba los resultados. En el cuadro de honor estaban los tres mejores estudiantes. Competíamos con alegría y humildad para alcanzar el cuadro de honor del siguiente mes. Este método nos exigía a estudiar todos los días. Desde luego, a algunos no les interesó la competencia sana, pero estudiaban y los alumnos de todo el colegio vivíamos motivados por el estudio.

No existía la asignatura de valores. Eran parte de nuestro estilo de vida. Aprendimos a ser responsables, alegres, honestas, puntuales, solidarias, sensibles, en fin. Estudiamos ética, historia de la patria. Leímos Sófocles, Eurípides, Esquilo, Shakespeare, Jorge Carrera Andrade, la generación decapitada, la generación del 30, Jorge Enrique Adoum, así como a los filósofos Emanuel Kant, Herbert Marcuse.

Una vez graduados según lo requisitos de ley, incluso los ritos académicos, nos matriculábamos a los cursos exigentes de verano en las universidades. Terminado el curso, rendíamos exámenes. Los estudiantes aprobados ingresaban. Así de lógico, sencillo y eficaz era el método de estudios. Sin licuados complicados y absurdos que forman alumnos flojos, amigos del facilismo y la corrupción, devotos de gobernantes autoritarios, soberbios y vacíos.

¿Por qué no aplicar la tecnología de la información global y retomar la filosofía, las estrategias que dieron científicos, artistas, escritores, historiadores, filósofos que son orgullo del país y del mundo?