La alborozada ciudad de Atuntaqui

Germánico Solis

En nuestras ciudades imbabureñas no es nuevo el asedio diario de vehículos que recorren las calles usando parlantes que ofertan servicios, promocionan programas, llaman a vender chatarra, venden frutas, entregan el gas, anuncian la recolección de basura, y otras insulseces para inducir a la expendeduría. Supongo – en el caso de las firmas privadas – lo hacen con los debidos permisos, pero lastimosamente abusando los decibeles y sin importar las molestias que causan los volúmenes que producen estruendo, olvidando principios del buen vivir y que prohíben contaminar con el el ruido.

Al visitar en este carnaval la ciudad de Atuntaqui y su afamada feria que atrae ríos de gente, escuché anunciar desde un vehículo que recorría las calles, un mensaje llamativo que me detuvo para entenderlo mejor. Se amplificaba a volumen moderado, una propaganda que solicitaba se cuide el agua. El vehículo tenía adosado sugestivas gigantografías, el texto pedía ese cuidado a nombre de los 82 años de cantonización de Antonio Ante, tierra de emprendedores. Los letreros y la cuña inducían a una convivencia sana y armónica, prohibían el juego del carnaval con agua y espuma al interior el recinto ferial, concluía el texto de las gigantografías con la frase “Cuidemos el agua”.

Son decenas de años que la pionera ciudad de Ambato, desechó el juego de carnaval con agua. Quedaron fuera bombas y otros mecanismos utilizados en el grosero juego. Ese sólo hecho asociado al prestigio que Ambato es suelo donde crecen flores y se producen frutas, capitalizó la distinción como una ciudad diferente. Hoy, Ambato es una urbe referente del país, la Fiesta de las Flores y las Frutas resuenan a nivel internacional, prestigio que atrae a turistas nacionales y extranjeros que en su visita dejan un rubro importante para la economía del centro del país. Todos ganan, desde el pequeño comerciante de productos ligeros, hasta las grandes corporaciones y el comercio del turismo.

Que el principio de desarrollo florezca en las ciudades que destinan los feriados de carnaval para permanecer en la saga del adelanto, y que pierdan valiosas oportunidades de progreso y desperdicien tontamente el agua.