Prestigio y autoridad

¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos? Gran parte de la opinión pública, en la que se incluyen amplios sectores laborales, estará formulándose esta pregunta ante la noticia de que representantes de centrales sindicales antagónicas se unieron para respaldar una reforma constitucional que les permita recuperar el espíritu que debe animar a un sindicato cualquiera en cualquier parte del planeta.

Desde luego, todo lo que una a los trabajadores y defienda sus intereses es plausible. Las enmiendas aprobadas en diciembre de 2015 por la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional aplastaron ese espíritu sindicalista histórico. Por ejemplo, dieron primacía a la Ley de Servicio Público y sobre el Código de Trabajo y eliminaba la libre asociación sindical y la contratación colectiva.

El poder centralizador del régimen de entonces estuvo perfectamente claro en las reformas correístas, en particular de su líder. Entre los trabajadores manuales e intelectuales reinó la incertidumbre, el desconcierto y la indefensión. El disparate de constreñir y echar a un lado los derechos sindicales y el respeto a la estabilidad laboral fue un instrumento de acoso permanente.

Desde el punto de vista ético cabe otra pregunta: ¿Por qué no lo hicieron antes? Esto reclama un proceso de análisis y autocrítica interna impostergable. También es tiempo de revisar la historia del sindicalismo ecuatoriano y retomar actitudes, prestigio y estrategias que sus ‘amigos’ y sus ‘enemigos’ sepultaron en beneficio propio y no en aras del bien común. Su prestigio y autoridad están en juego.


Más que el logro, es la dirección la que infunde el sentimiento de progreso”. Hugh Prather Escritor estadounidense (1938-2010)

Después de todo tú eres la única muralla… Si no te saltas nunca darás un solo paso”. Luis Alberto Spinetta Compositor argentino (1950-2012)