Terror en las carreteras

Santiago Armijos Valdivieso

Los accidentes de tránsito acontecidos recientemente en las vías Molleturo-Naranjal y Pifo-Papallacta, nos recuerda la terrorífica realidad que envuelve al transporte terrestre en el Ecuador en el que la irresponsabilidad, la falta de control, la corrupción y la indolencia son las características que se imponen.

Todos quienes hemos viajado por tierra en estos días, nos hemos percatado de la velocidad macabra que imprimen los conductores a los vehículos. Los correteos frenéticos entre los buses de transporte, volquetas, tanqueros, plataformas, camiones de distribución, dejan los pelos de punta a quienes rebasan, sin observar curvas, pendientes o irregularidades de las carreteras; incluso, la irresponsabilidad llega al extremo de que muchos conductores utilizan el teléfono celular para chatear en pleno acto de conducción.

Por supuesto que algunos conductores de vehículos livianos también aportan a la desgracia vial conduciendo a velocidades meteóricas y en forma desnaturalizada al poner en alto riesgo la vida de sus familiares.

Todo este dantesco escenario se agrava con la negligencia de las autoridades de tránsito que permitan la circulación de unidades de transporte destartaladas, sin frenos adecuados, muchas de las veces con exceso de pasajeros y conducidas por choferes cansados y no aptos para responsabilizarse del transporte de vidas humanas.

Para enfrentar el problema hay mucho por hacer pero se podría empezar por establecer normas que obliguen a todas las unidades de transporte pesado y especialmente a las de transporte de pasajeros, a contar con dispositivos electrónicos que permitan el monitoreo permanente de su ubicación y velocidad en la carretera (la empresa Oltursa ya lo hace desde hace años en Perú); y previo inicio de recorrido, a un riguroso examen psicológico al chofer y la revisión técnica minuciosa del vehículo, muy diferente a la que se “realiza” actualmente. (O)