Corrupción y cinismo

La corrupción en cualquiera de sus formas vulnera los Derechos Humanos porque transgrede la legalidad de todo acto; la igualdad ante la ley y los principios democráticos del país lleva a la sustitución del interés público por el privado, destruyendo la dignidad de las personas y la sociedad. Todos estamos obligados a denunciar los actos de corrupción teniendo presente que el miedo y el silencio no nos liberan de responsabilidades ante la ley. En la vida hay que ser honestos, responsables y correctos; los títulos adquiridos dudosamente descubren la incapacidad, ineficiencia y mediocridad de quienes saben forjar fechorías. Cuando una persona comete un error debe rectificar de inmediato, aprender a escuchar y respetar las leyes, normas y principios establecidos por la ética, la moral y la honestidad; el ser tolerante, innovador y creativo fortalece la personalidad para enfrentar y solucionar problemas, una persona honesta vale más que mil “honoris causa” ilegítimos. El corrupto elude responsabilidades, culpa a otros de sus errores, se siente víctima de enemigos imaginarios, tiene justificativos para todos sus fracasos, es un perdedor y un problema permanente, vive en la polémica, es insidioso. Cuando se vive en democracia la alternabilidad concede a la ciudadanía la posibilidad de que los gobernantes sean cambiados mediante mecanismos legales electorales, pero la fiebre de reelecciones se ha encendido en el país, las mentiras y la falta de respeto a la inteligencia de los ecuatorianos está en marcha, el cinismo de los políticos de siempre es buscar la reelección u otra dignidad, se creen irremplazables, exhiben encuestas forjadas y la “rendición de cuentas” esconde la podredumbre y la corrupción.

Dr. Rodrigo Contero Peñafiel
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