Encendamos la luz

Lucía Margarita Figueroa Robles

Se aproxima una de las fechas más festivas del año, en la que nos instigamos en realizar compras anticipadas para celebrar junto a nuestros amigos, compañeros de trabajo o familiares, la Navidad, sintiéndonos súbitamente representantes de Papá Noel, con ansias de repartir presentes y abrazar a quien transite frente a nosotros de la noche a la mañana, aunque el resto del año, estas personas hayan sido totalmente ignoradas.

En otros casos asistimos a conciertos, festivales de villancicos, representaciones teatrales, exhibiciones, comparsas, para deleitarnos con el talento de nuestros artistas, a quienes no habíamos apreciado hace mucho tiempo; organizamos entre vecinos o amistades muy allegadas las tradicionales novenas, luciéndonos en cada vivienda con los mejores ágapes, los más originales adornos alusivos a la fecha, y el infaltable árbol lleno de luces para que engalanen nuestras estancias, aunque durante once meses ni siquiera habíamos considerado brindarles un café o simplemente invitarles a compartir una buena conversación.

Pero la Navidad va más allá del apetito desmedido por vivir de apariencias, porque lo efímero y subjetivo de la vida no puede materializarse con las dádivas, antes bien, el mejor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos es un cambio de actitud y una permanente conversión en nuestros corazones. Porque en medio de tantas tinieblas debemos brillar para dar luz al mundo.

Tenemos la oportunidad de convertirnos en una de esas luces de colores que adornan nuestro árbol de Navidad, pero no para ser una luz etérea que se prende y apaga intermitentemente, sino una luminiscencia permanente, capaz de renovar corazones a través de gestos de paz, solidaridad y amor con el prójimo, con pequeñas acciones que dan lugar a grandes cambios. Recordemos que celebrar la Navidad significa transformar nuestros corazones, nuestro amor por quienes forman parte fundamental de nuestras vidas, y por aquel ser supremo que se convierte en un motor que guía nuestro andar. (O)