Refrescando la memoria

Yadira Torres

Hace años, cuando la adolescencia acompañaba mi vida, las letras y la poesía hacían su vaivén en mi conciencia, empecé a reconocer el valor del arte, la beldad espiritual, en sí la belleza que guarda tanto lo físico como lo abstracto y reflexionar sobre los dogmas que alimentan la conciencia.

Refrescando mi memoria encontré en los recuerdos a un ser que trascendió en mi vida. Ser testigo de su carisma, entrega y servicio; contagiaron la inspiración que como humanos necesitamos para de alguna forma expresar sentimientos alojados en el alma.

Mi recuerdo viaja hacia Monseñor Hugolino Cerasuolo Stacey, en este momento en que nuestra ciudad culturalmente está viviendo un duelo con la reciente desaparición terrenal de doña Teresa Mora de Valdivieso, a quien él guardaba admiración y respeto, pero, sobre todo, un profundo agradecimiento por poner de manifiesto su virtud y plasmar en letras la belleza que encierra la sagrada imagen de la Virgen del Cisne, como el valor de la fe, amor y agradecimiento que un pueblo profesa a su madre; manuscritos recitados y cantados por la colectividad, y; que él personalmente con su sonrisa afable, total convencimiento espiritual y humildad, sabia cantarle: “…qué bella eres Reina del Cisne que bella eres…”. Totalmente prendado de sus hermosos ojos negros, quizá porque tenía la certeza de que ella era la mediadora en la sanación de alguna dolencia suya.

Cómo no recordar ese carisma que gracias a Dios lo sigue acompañando a sus ocho décadas y algo más de existencia, cómo olvidar ese poder de transmitir la fe, el amor a Dios y al prójimo a través del servicio comunitario.

Qué reconfortante para sus fieles sentir al pastor, tener al consejero espiritual, ser testigo de sus virtudes y defectos, de la gracia de Dios y lo vulnerable del ser humano. (O)

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